El alumno pasa en las aulas gran parte de su infancia y adolescencia, periodos en los que se produce principalmente su desarrollo emocional , de forma que el entorno escolar se configura como un espacio privilegiado de socialización emocional y el profesor/tutor se convierte en su referente más importante en cuanto actitudes, comportamientos, emociones y sentimientos, por eso la profesión de educador y formador es una de las más importantes, pero, muchas veces, corre el peligro de provocar efectos contrarios a los deseados.
Los profesores que saben ponerse en el lugar de sus alumnos, y les salen al paso con respeto, contribuyen a que la jornada escolar esté menos marcada por la rabia, el miedo y la frustración. El ambiente, en general, es menos agresivo haciéndose el trato más humano. Por el contrario, los profesores que se enfrentan con regularidad a sus alumnos con desprecio, no deben sorprenderse de que sus discípulos pisoteen sin consideración alguna las emociones de sus compañeros más débiles; pues los niños aprenden a expresar sus emociones observando como lo hacen los adultos más cercanos y significativos (padres y educadores). Por tanto la competencia cognitiva afectiva de nosotros los profesores influirá en el crecimiento intelectual y emocional de nuestros alumnos. Por ejemplo, cuando el profesor posee un bajo concepto del alumno, éste lo intuye, y se sitúa en clara desventaja frente a la opinión del profesor, experto y dotado de reconocimiento oficial. Con el tiempo, el alumno acaba aceptando la opinión negativa del profesor y se comporta como un mal alumno. El problema se agrava si consideramos que, por una parte, el profesor no puede cambiar si no ve resultados positivos en el alumno, y por otra, que éste no va a mejorar si el profesor no le señala sus limitaciones y no le ayuda. Esta enfermedad educativa se expande: y los profesores que tienen un bajo concepto de sus alumnos, acaban despreciándolos, se distancian de ellos, y éstos a su vez pueden intentar cambiar de curso o nivel, pero con el tiempo, los profesores se sienten insatisfechos como educadores y, finalmente, sus juicios de valor peyorativos sobre los alumnos revierten en autovaloraciones negativas como docentes.
Es así que los profesores pueden y deben ser, en todo momento, fundamentalmente educadores, en el más amplio sentido de la palabra, no jueces ni miembros de un tribunal calificador. Su acción no tendría que limitarse a sancionar conductas inadecuadas o a evaluar fríamente los conocimientos del alumno, el diálogo profesor-alumno y alumno-profesor es esencial.
Entender al alumno como persona, que tiene una dimensión superior al de mero estudiante, es imprescindible para comprender sus problemas y poder ayudarlo a resolverlos.
Los profesores, con la enseñanza, evaluación y valoración de los resultados de los alumnos, somos también responsables del nivel de autoestima académica de nuestros alumnos. Si además, en algunos casos, realizamos interpretaciones negativas de sus intenciones y capacidades, podríamos llegar a obligar a que éstos se desprecien también a sí mismos.
Finalmente, los alumnos que tienen profesores inteligentes, desde el punto de vista emocional, disfrutan más asistiendo a la escuela, aprenden si pasar miedo alguno y van edificando una sana autoestima. Pero, sobre todo, la postura humana del profesor trasciende a ellos, pues los profesores son un modelo adulto a seguir por sus alumnos en tanto son la figura que posee el conocimiento, pero también la forma ideal de ver, razonar y reaccionar ante la vida. El profesor, sobre todo llega a asumir para el alumno el rol de padre/madre y será un modelo de inteligencia emocional insustituible. Junto con la enseñanza de conocimientos teóricos y valores, a los profesores nos corresponde otra faceta igual de importante que es la de moldear y ajustar en clase el perfil afectivo y emocional de nuestros.
LA FUNCIÓN DEL MAESTRO
La enseñanza es un profesión cargada de emociones, mientras que para enseñar matemática o geografía el profesor debe poseer conocimientos y actitudes hacia la enseñanza de esas materias, las habilidades emocionales, afectivas y sociales que el profesor debe incentivar en el alumnado también deberían ser enseñadas por un equipo docente que domine dichas capacidades.
Para conseguir esto se hace necesaria la figura de un nuevo maestro que aborde el proceso de manera eficaz para sí y para sus alumnos. Para ello es necesario que él mismo se convierta en modelo de equilibrio de afrontamiento emocional, de habilidades empáticas y de resolución serena, reflexiva y justa de los conflictos interpersonales, como fuente de aprendizaje para sus alumnos.
Este nuevo maestro debe saber transmitir modelos de afrontamiento emocional adecuados a las diferentes interacciones que los alumnos tienen entre sí. Por tanto, no se busca sólo a un profesor que tenga conocimientos óptimos de la materia a impartir, sino que además sea capaz de transmitir una serie de valores a sus alumnos, desarrollando una nueva competencia profesional.
Para que el alumno aprenda y desarrolle las habilidades emocionales y afectivas relacionadas con el uso inteligente de sus emociones necesitará entonces de un” educador emocional”, por lo que los docentes, lo queramos o no, seremos un agente activo de desarrollo afectivo.
Dada esta nueva exigencia de la educación al maestro, tendremos que desarrollar las siguientes funciones:
_ Ayudar a los alumnos a establecerse objetivos personales.
_ Establecer un clima emocional positivo, ofreciendo apoyo personal y social para aumentar la auto confianza de los alumnos.
_ Aprender a ser buenos oyentes.
_ Pedir a los alumnos que expresen sus sentimientos y expresarlos ellos, siendo modeladores de sus emociones.
_ Ser pacientes y positivos.
_ Aprovechar las situaciones de la vida ordinaria del aula para modelar los sentimientos.
_ Potenciar la confrontación de opiniones en el aula en un ambiente de reflexión y libertad, contribuyendo a la mejora del juicio moral.
_ Aceptar los sentimientos de los niños, no mostrar indiferencia por sus emociones para que no se inhiban de expresar lo que sienten.
_ Capacidad de ponernos en el lugar de los alumnos y comprender sus motivos, necesidades e intereses.
Al ser la autenticidad la necesidad más profunda del equilibrio psíquico, deberá ser también la característica dominante de la personalidad de todo profesor. Sólo ella llevará al educador a la aceptación de sí mismo y de los demás, y se convertirá en el fundamento de todo acto comunicativo, pues la necesidad que se propone de atender el desarrollo emocional en la escuela nace de la necesidad de atender íntegramente a la persona.
METODOLOGÍA EDUCATIVA PARA EL DESARROLLO DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL
Para llevar a cabo con éxito sus funciones el maestro deberá hacer usos de estrategias metodológicas acordes a esta nueva exigencia emocional pues la integración de cambios innovadores en la interacción
profesor-alumnos obedece a un doble objetivo, por un lado, el de evitar la rutina y por otro, aumentar la dedicación al aprendizaje. La tendencia a la rutina, tanto en la enseñanza como en el aprendizaje, aburre, desmotiva y reduce el clima de aprendizaje, y seguidamente reduce la pasividad del alumnado y el aprendizaje memorístico. Entonces la metodología variada y el comportamiento flexible del profesor, firme e intransigente en las cuestiones relevantes a nivel académico, pero tolerante y sensible a instancias que sean importantes para sus alumnos, generará un clima activo, motivador y positivo para su formación.
Esta disponibilidad psicológica y afectiva de apertura, sensibilidad y de cambio, conduce al profesor a comprometerse completamente en la situación pedagógica, a entregar su totalidad a aquello que cree, dice, hace y es. Su pedagogía pasa entonces a convertirse en una experiencia vivida, ya que ésta se va a presentar como un proceso de transformación, cambio y evolución donde se integran todos los aspectos educativos: actuar, reflexionar, relacionarse y crear.
Estás estrategias según la prestigiosa revista CHILD (marzo de 1998) e importantes psicólogos y pedagogos son las siguientes:
_ Valorar siempre primero los esfuerzos de los alumnos y luego trabajar sobre lo que hay que reforzar, mejorar, corregir.
_ Reforzar lo positivo tanto de ellos como de otras personas.
_ Criticar sus actos, no así a su persona.
_ Dar a los niños la oportunidad de expresar sus cualidades.
_ Trabajar sobre las inteligencias múltiples. Esto reforzará su autoestima puesto que se los está respetando como seres únicos y especiales.
_ Escuchar cálida y activamente, sin distracciones.
_ Ser cuidadosos de respetar los horarios y promesas prometimos.
_ Evitar las comparaciones con hermanos, primos, amigos o compañeros, que los pongan en situaciones de inferioridad.
_ Señalar sus errores en privado y no en público.
_ Buscar alternativas de humor para explicar mejor un tema.
_ Establecer códigos especiales y cómplices con ellos, como tener palabras mágicas, canciones, o momentos que son compartidos en común y con lenguajes propios.
_ Demostrarles afecto y aprender junto a ellos sobre la comunicación no verbal.
_ Aprender a reírnos a su lado, dejando aflorar nuestro niño interior.
_ No sentenciar ni castigar con falta de cuidado o afecto.
_ Dar responsabilidad, destacando sus aciertos. No los defectos.
_ Fomentar un espacio de autonomía y libertad, asegurándoles amor a pesar de todo.
_ Buscar actividades grupales para que aprenda de la interacción el respeto por sus pares, negociar, ganar, perder, intentando intervenir solo lo necesario.
_ Generar un ambiente de afecto, paciencia y tolerancia.
_ Pedir a los alumnos que lleven a clases buenas noticias, recomendándoles revistas y publicaciones con un punto de vista positivo.
_ Dar a los alumnos una palmadita en la espalda o tocarles el brazo, siempre buscando el contacto físico sincero.
_ Respetar a los alumnos para poder enseñarles respeto a través de nuestros actos.
Con estas actividades el alumno descubrirá la diversidad emocional, fomentará su percepción y comprensión de los sentimientos propios y ajenos,
El objetivo final es que con la práctica lleguen a trasladar estas formas de tratar y manejar las emociones a su vida cotidiana, aprendiendo a reconocer y comprender los sentimientos de los otros alumnos o profesores, sintonizando con las emociones de los demás compañeros de clase, regulando su propio estrés y/o malestar, optando por resolver y hacer frente a los problemas sin recurrir a la violencia.
_ Ayudar a los alumnos a establecerse objetivos personales.
_ Establecer un clima emocional positivo, ofreciendo apoyo personal y social para aumentar la auto confianza de los alumnos.
_ Aprender a ser buenos oyentes.
_ Pedir a los alumnos que expresen sus sentimientos y expresarlos ellos, siendo modeladores de sus emociones.
_ Ser pacientes y positivos.
_ Aprovechar las situaciones de la vida ordinaria del aula para modelar los sentimientos.
_ Potenciar la confrontación de opiniones en el aula en un ambiente de reflexión y libertad, contribuyendo a la mejora del juicio moral.
_ Aceptar los sentimientos de los niños, no mostrar indiferencia por sus emociones para que no se inhiban de expresar lo que sienten.
_ Capacidad de ponernos en el lugar de los alumnos y comprender sus motivos, necesidades e intereses.
Al ser la autenticidad la necesidad más profunda del equilibrio psíquico, deberá ser también la característica dominante de la personalidad de todo profesor. Sólo ella llevará al educador a la aceptación de sí mismo y de los demás, y se convertirá en el fundamento de todo acto comunicativo, pues la necesidad que se propone de atender el desarrollo emocional en la escuela nace de la necesidad de atender íntegramente a la persona.
METODOLOGÍA EDUCATIVA PARA EL DESARROLLO DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL
Para llevar a cabo con éxito sus funciones el maestro deberá hacer usos de estrategias metodológicas acordes a esta nueva exigencia emocional pues la integración de cambios innovadores en la interacción
profesor-alumnos obedece a un doble objetivo, por un lado, el de evitar la rutina y por otro, aumentar la dedicación al aprendizaje. La tendencia a la rutina, tanto en la enseñanza como en el aprendizaje, aburre, desmotiva y reduce el clima de aprendizaje, y seguidamente reduce la pasividad del alumnado y el aprendizaje memorístico. Entonces la metodología variada y el comportamiento flexible del profesor, firme e intransigente en las cuestiones relevantes a nivel académico, pero tolerante y sensible a instancias que sean importantes para sus alumnos, generará un clima activo, motivador y positivo para su formación.
Esta disponibilidad psicológica y afectiva de apertura, sensibilidad y de cambio, conduce al profesor a comprometerse completamente en la situación pedagógica, a entregar su totalidad a aquello que cree, dice, hace y es. Su pedagogía pasa entonces a convertirse en una experiencia vivida, ya que ésta se va a presentar como un proceso de transformación, cambio y evolución donde se integran todos los aspectos educativos: actuar, reflexionar, relacionarse y crear.
Estás estrategias según la prestigiosa revista CHILD (marzo de 1998) e importantes psicólogos y pedagogos son las siguientes:
_ Valorar siempre primero los esfuerzos de los alumnos y luego trabajar sobre lo que hay que reforzar, mejorar, corregir.
_ Reforzar lo positivo tanto de ellos como de otras personas.
_ Criticar sus actos, no así a su persona.
_ Dar a los niños la oportunidad de expresar sus cualidades.
_ Trabajar sobre las inteligencias múltiples. Esto reforzará su autoestima puesto que se los está respetando como seres únicos y especiales.
_ Escuchar cálida y activamente, sin distracciones.
_ Ser cuidadosos de respetar los horarios y promesas prometimos.
_ Evitar las comparaciones con hermanos, primos, amigos o compañeros, que los pongan en situaciones de inferioridad.
_ Señalar sus errores en privado y no en público.
_ Buscar alternativas de humor para explicar mejor un tema.
_ Establecer códigos especiales y cómplices con ellos, como tener palabras mágicas, canciones, o momentos que son compartidos en común y con lenguajes propios.
_ Demostrarles afecto y aprender junto a ellos sobre la comunicación no verbal.
_ Aprender a reírnos a su lado, dejando aflorar nuestro niño interior.
_ No sentenciar ni castigar con falta de cuidado o afecto.
_ Dar responsabilidad, destacando sus aciertos. No los defectos.
_ Fomentar un espacio de autonomía y libertad, asegurándoles amor a pesar de todo.
_ Buscar actividades grupales para que aprenda de la interacción el respeto por sus pares, negociar, ganar, perder, intentando intervenir solo lo necesario.
_ Generar un ambiente de afecto, paciencia y tolerancia.
_ Pedir a los alumnos que lleven a clases buenas noticias, recomendándoles revistas y publicaciones con un punto de vista positivo.
_ Dar a los alumnos una palmadita en la espalda o tocarles el brazo, siempre buscando el contacto físico sincero.
_ Respetar a los alumnos para poder enseñarles respeto a través de nuestros actos.
Con estas actividades el alumno descubrirá la diversidad emocional, fomentará su percepción y comprensión de los sentimientos propios y ajenos,
El objetivo final es que con la práctica lleguen a trasladar estas formas de tratar y manejar las emociones a su vida cotidiana, aprendiendo a reconocer y comprender los sentimientos de los otros alumnos o profesores, sintonizando con las emociones de los demás compañeros de clase, regulando su propio estrés y/o malestar, optando por resolver y hacer frente a los problemas sin recurrir a la violencia.
CURSO DE INTELIGENCIA EMOCIONAL
Habitualmente relacionamos la inteligencia con la razón y/o el intelecto, pero los aspectos estrictamente racionales no son neutros, sino que están cargados de emociones. Hoy en día para un estudiante es tan importante saber descifrar sus emociones y las de otros como saber resolver ecuaciones, pues las relaciones con los demás y consigo mismo formarán parte esencial de su desarrollo como persona. Por ello resulta importante el enriquecimiento de la experiencia emocional, como complemento del conocimiento académico que pueda adquirir, pues ésta favorecerá el aprendizaje, la maduración y el bienestar personal, avanzando de este modo hacia la autorrealización y la convivencia sana.
De esta forma podemos comprobar que el aspecto emocional no puede quedar al margen del tratamiento educativo por tal razón los centros escolares han de tomar conciencia de promover el desarrollo emocional de sus alumnos a través de la inserción de CURSOS DE INTELIGENCIA EMOCIONAL que no son otra cosa que cursos donde se potencian y proponen tareas pedagógicas para conseguir conocer, expresar y controlar la afectividad, sobre todo los sentimientos, las emociones, las pasiones y motivaciones; y donde el aula ha de constituir un medio óptimo para el desarrollo de éstas proporcionando un clima social apropiado donde se fomentará la cordialidad, la comprensión, el respeto, confianza, comunicación, sinceridad y cooperación.
Por otra parte, incluso cuando el profesor se encuentra conciente de la necesidad de trabajar la educación emocional en el aula, en la mayoría de las ocasiones no disponen de la formación adecuada, ni de los medios suficientes para desarrollar esta labor, por lo que un curso o taller de este tipo pretenderá a su vez brindarle las herramientas necesarias para tal altruista misión.
IMPORTANCIA DE UN CURSO DE INTELIGENCIA EMOCIONAL
A pesar de vivir en plena era de la información y de estar sumergidos en el mundo de las más avanzadas telecomunicaciones, se experimenta un retroceso o descuido de la dimensión emocional en la educación en niños y adolescentes, por tanto educar la inteligencia emocional de los estudiantes se ha convertido en una tarea necesaria en el ámbito educativo y cada vez más la mayoría de los docentes reconoce como primordial el dominio de estas habilidades para el desarrollo evolutivo y socio-emocional de sus alumnos.
Prestar atención a las necesidades emocionales es una tarea urgente dentro del contexto familiar, escolar y social, aprender determinadas habilidades emocionales en los primeros años de vida del joven es una garantía de éxito en su futuro desarrollo escolar y social, pues su estructura intelectual esta inevitablemente unida a su afectividad, por tanto se hace del todo necesario modificar la educación actual, demasiada centrada en los contenidos intelectualistas y muy poco en la vertiente emocional.
Desde el punto de vista del educador, Robert Sylwester, profesor de educación de la Universidad de Oregón EE.UU, es necesario prestar mayor atención al valor de las emociones en la enseñanza pues un recuerdo asociado a una información cargada emocionalmente permanece grabado en el cerebro. El dice “Sabemos que la emoción es muy importante en el proceso de aprendizaje porque potencia la atención que, a su vez, potencia el aprendizaje y la memoria”. He aquí por qué es tan VITAL que la emoción participe en el aprendizaje y la educación.
Por tanto, la inteligencia emocional es un tema clave para el desarrollo de la persona. Se hace indispensable para lograrla un enfoque práctico basado en la dignidad de la persona humana que ayude a lograr la madurez en el trato con uno mismo. Desde esta base es que se pueden construir relaciones humanas fructíferas que al mismo tiempo vayan generando un clima de confianza entre las personas haciendo crecer la inteligencia emocional y la autoestima.
Ante la situación de vulnerabilidad de muchos alumnos, expuestos a corrientes de pensamiento, modas, adversidades ambientales, falta de creatividad, relaciones interpersonales empobrecedoras, baja autoestima, fracaso escolar, la educación emocional se presenta como un recurso para potenciar la percepción positiva que el alumno debe tener de si mismo, de una capacidad de obrar y confiar en su propio juicio, de ser capaz de reconocer sus inclinaciones, tanto positivas como negativas, de estar abierto a las necesidades de los demás, en una palabra: conseguir el equilibrio cognitivo afectivo- conductual necesario para enfrentarse a las necesidades de este nuevo milenio.
Es así que un curso de Inteligencia Emocional tendrá por objetivo primordial compartir un espacio de trabajo para que los alumnos exploren y reconozcan la dimensión de su afectividad como un recurso de crecimiento personal para una mejor adaptación a su etapa juvenil y a la vida escolar.
Los objetivos específicos que todo Curso de Inteligencia Emocional debe perseguir, son los siguientes:
_ Generar condiciones que promuevan una armónica convivencia escolar y se desarrollen nuevas formas de trabajo centradas en la cooperación, participación, confianza, respeto por la diversidad, responsabilidad, libertad y comportamiento ético con el fin de mejorar el trabajo en el aula y en la escuela en general.
_ Generar competencias emocionales para el logro de aprendizajes de calidad en los jóvenes, neutralizando los estados anímicos que los obstaculizan (depresión, tristeza, angustia, miedo, inseguridad, cólera).
_ Favorecer el proceso de la comunicación entre maestros y alumnos fomentando la correcta expresión de las emociones y los sentimientos.
_ Adquirir herramientas para el manejo de los conflictos, logrando así un menor comportamiento agresivo o autodestructivo mejorando así las relaciones que se generan al interior de las Escuelas.
_ Mejora de la empatía y de la sensibilidad para percibir los sentimientos de los otros.
CONCLUSIONES
Con las tragedias y las catástrofes que llegan a diario a nuestros hogares a través de los medios de comunicación, a veces nos cuesta recordar que el panorama que se nos presenta es extremadamente parcial y que lo pintan muy negro .En el mundo hay muchos problemas, pero también hay cosas que funcionan, lugares donde florece la vida y problemas que se resuelven.
Es importante que nuestros hijos y alumnos conozcan el otro lado de la historia, que sepan que también tenemos motivos para estar orgullosos y ser optimistas. Es importante porque siguen existiendo muchas ideas distorsionadas de lo que es ser hombre y/o mujer que les obligan a hacer cosas inalcanzables en un mundo que parece girar sin control. Sin embargo, este es el mundo en el que deben crecer, pues si no les damos una alternativa y les ayudamos a tener esperanzas, corremos el riesgo de que se den por vencidos antes de comenzar.
Sin embargo, ante la falta de orientación, educación y tiempo de los padres por exceso de trabajo, los chicos se sienten solos y comienzan a manifestar una serie de comportamientos disfuncionales como llantos, pataletas, mentiras, falta de comunicación, depresión, etc. Ya que detrás de estos síntomas también pueden esconderse alteraciones de tipo emocional no diagnosticadas. Cuando existen alteraciones de este tipo, los niños son más propensos a verse a sí mismos y a su entorno como negativo y eso los conduce a dudar de sus propias capacidades, provocando que también sientan culpa de todas las cosas negativas que suceden, que no puedan cumplir con las expectativas puestas sobre ellos, provocando finalmente que no valoren verdaderamente sus aptitudes y potencialidades reales.
Debido a este abandono de los padres por el nivel de las exigencias sociales y que la mayoría de los colegios se dediquen más al desarrollo y potenciación de las capacidades intelectuales, dejando muchas veces de lado el desarrollo de las habilidades emocionales, que son las que van a favorecer el aprendizaje, la maduración y el bienestar personal; es así que algunos colegios temerariamente han creado cursos y talleres de habilidades emocionales, como una forma de apoyar a los niños y brindarles un espacio en donde ellos puedan desarrollar su potencial emocional el cual favorecerá su crecimiento personal.
Los niños deben expresar y experimentar sus sentimientos de forma completa y consciente, de otra forma se exponen a ser vulnerables a la presión de sus coetáneos y aceptar sus influencias negativas. Es evidente que la enseñanza colectiva y simultánea, orientada exclusivamente al conocimiento, y que tradicionalmente ha venido aplicándose desde el siglo XIX ha resuelto con cierto éxito la necesidad humana de desarrollo intelectual, pero no ha encontrado muchas soluciones a los problemas personales que el desarrollo intelectual conlleva, y ésta es la carencia en la que se enfoca la Inteligencia Emocional.
Los padres de todo el mundo comienzan a descubrir que la vida requiere una preparación más amplia que la ofrecida por los planes de estudio tradicionales. Las escuelas empiezan a proporcionar a la sociedad un vehículo que garantiza que cada generación aprenda las artes vitales fundamentales: cómo controlar los impulsos y manejar la cólera, la ansiedad, la motivación, la empatía y la colaboración, y también cómo solucionar los desacuerdos de forma positiva. Ya hay escuelas cuyo programa de estudios va más allá de lo básico para incorporar lecciones sobre estas habilidades esenciales. Los resultados son bastante alentadores: los niños no sólo mejoran en su autocontrol y en el manejo de sus relaciones, sino que también tienen menos peleas e incidentes violentos, a la vez que aumentan su desempeño en las pruebas académicas, por eso no debemos abandonar la dinámica emocional de los niños a su suerte, ni dejar su moldeamiento sólo en manos de la familia.
Esta faceta de la alfabetización personal y emocional debe promoverse también desde la escuela. Por ello mi apuesta junto a la de muchos otros profesores de implantar Cursos de Inteligencia Emocional a nivel nacional pues afortunadamente cada vez más la sociedad y las administraciones educativas son conscientes de la necesidad de un currículo específico que desarrolle contenidos emocionales. Sin embargo, mientras estas actividades y estrategias pedagógicas no se concreten en un currículo reglado y establecido en el sistema educativo, la única esperanza para nuestros alumnos es confiar en la suerte y que su profesor sea un modelo emocional eficaz y una fuente de aprendizaje afectivo adecuado.
Para finalizar, no es mi intención hacer creer al lector y/o alumno que la inteligencia emocional cambiará drásticamente su vida. Pues debemos ser realistas, estas habilidades no nos convertirán en invulnerables.
Nuestra inteligencia emocional no hará que nuestros alumnos sean educados y estén motivados por aprender, que nuestros compañeros o padres de alumnos no discutan con nosotros o que nuestros problemas burocráticos y administrativos del centro se acaben. Ahora bien, desarrollar la inteligencia emocional nos hará mejores personas, y nos ayudará a que los demás lo sean, ser emocionalmente inteligente disminuirá el desgaste psicológico que implica todo este tipo de problemas diarios y facilitará nuestra tarea en el aula e, incluso, hará que volvamos a disfrutar de una tarea tan fascinante como es enseñar a los demás los que a su vez ya no se verán desprovistos de recursos gracias a esta valiosísima herramienta que es la INTELIGENCIA EMOCIONAL.
Agradecemos a Jéssyca Enríquez Gamarra Licenciada en Educación, autora de este trabajo.
_ Generar condiciones que promuevan una armónica convivencia escolar y se desarrollen nuevas formas de trabajo centradas en la cooperación, participación, confianza, respeto por la diversidad, responsabilidad, libertad y comportamiento ético con el fin de mejorar el trabajo en el aula y en la escuela en general.
_ Generar competencias emocionales para el logro de aprendizajes de calidad en los jóvenes, neutralizando los estados anímicos que los obstaculizan (depresión, tristeza, angustia, miedo, inseguridad, cólera).
_ Favorecer el proceso de la comunicación entre maestros y alumnos fomentando la correcta expresión de las emociones y los sentimientos.
_ Adquirir herramientas para el manejo de los conflictos, logrando así un menor comportamiento agresivo o autodestructivo mejorando así las relaciones que se generan al interior de las Escuelas.
_ Mejora de la empatía y de la sensibilidad para percibir los sentimientos de los otros.
CONCLUSIONES
Con las tragedias y las catástrofes que llegan a diario a nuestros hogares a través de los medios de comunicación, a veces nos cuesta recordar que el panorama que se nos presenta es extremadamente parcial y que lo pintan muy negro .En el mundo hay muchos problemas, pero también hay cosas que funcionan, lugares donde florece la vida y problemas que se resuelven.
Es importante que nuestros hijos y alumnos conozcan el otro lado de la historia, que sepan que también tenemos motivos para estar orgullosos y ser optimistas. Es importante porque siguen existiendo muchas ideas distorsionadas de lo que es ser hombre y/o mujer que les obligan a hacer cosas inalcanzables en un mundo que parece girar sin control. Sin embargo, este es el mundo en el que deben crecer, pues si no les damos una alternativa y les ayudamos a tener esperanzas, corremos el riesgo de que se den por vencidos antes de comenzar.
Sin embargo, ante la falta de orientación, educación y tiempo de los padres por exceso de trabajo, los chicos se sienten solos y comienzan a manifestar una serie de comportamientos disfuncionales como llantos, pataletas, mentiras, falta de comunicación, depresión, etc. Ya que detrás de estos síntomas también pueden esconderse alteraciones de tipo emocional no diagnosticadas. Cuando existen alteraciones de este tipo, los niños son más propensos a verse a sí mismos y a su entorno como negativo y eso los conduce a dudar de sus propias capacidades, provocando que también sientan culpa de todas las cosas negativas que suceden, que no puedan cumplir con las expectativas puestas sobre ellos, provocando finalmente que no valoren verdaderamente sus aptitudes y potencialidades reales.
Debido a este abandono de los padres por el nivel de las exigencias sociales y que la mayoría de los colegios se dediquen más al desarrollo y potenciación de las capacidades intelectuales, dejando muchas veces de lado el desarrollo de las habilidades emocionales, que son las que van a favorecer el aprendizaje, la maduración y el bienestar personal; es así que algunos colegios temerariamente han creado cursos y talleres de habilidades emocionales, como una forma de apoyar a los niños y brindarles un espacio en donde ellos puedan desarrollar su potencial emocional el cual favorecerá su crecimiento personal.
Los niños deben expresar y experimentar sus sentimientos de forma completa y consciente, de otra forma se exponen a ser vulnerables a la presión de sus coetáneos y aceptar sus influencias negativas. Es evidente que la enseñanza colectiva y simultánea, orientada exclusivamente al conocimiento, y que tradicionalmente ha venido aplicándose desde el siglo XIX ha resuelto con cierto éxito la necesidad humana de desarrollo intelectual, pero no ha encontrado muchas soluciones a los problemas personales que el desarrollo intelectual conlleva, y ésta es la carencia en la que se enfoca la Inteligencia Emocional.
Los padres de todo el mundo comienzan a descubrir que la vida requiere una preparación más amplia que la ofrecida por los planes de estudio tradicionales. Las escuelas empiezan a proporcionar a la sociedad un vehículo que garantiza que cada generación aprenda las artes vitales fundamentales: cómo controlar los impulsos y manejar la cólera, la ansiedad, la motivación, la empatía y la colaboración, y también cómo solucionar los desacuerdos de forma positiva. Ya hay escuelas cuyo programa de estudios va más allá de lo básico para incorporar lecciones sobre estas habilidades esenciales. Los resultados son bastante alentadores: los niños no sólo mejoran en su autocontrol y en el manejo de sus relaciones, sino que también tienen menos peleas e incidentes violentos, a la vez que aumentan su desempeño en las pruebas académicas, por eso no debemos abandonar la dinámica emocional de los niños a su suerte, ni dejar su moldeamiento sólo en manos de la familia.
Esta faceta de la alfabetización personal y emocional debe promoverse también desde la escuela. Por ello mi apuesta junto a la de muchos otros profesores de implantar Cursos de Inteligencia Emocional a nivel nacional pues afortunadamente cada vez más la sociedad y las administraciones educativas son conscientes de la necesidad de un currículo específico que desarrolle contenidos emocionales. Sin embargo, mientras estas actividades y estrategias pedagógicas no se concreten en un currículo reglado y establecido en el sistema educativo, la única esperanza para nuestros alumnos es confiar en la suerte y que su profesor sea un modelo emocional eficaz y una fuente de aprendizaje afectivo adecuado.
Para finalizar, no es mi intención hacer creer al lector y/o alumno que la inteligencia emocional cambiará drásticamente su vida. Pues debemos ser realistas, estas habilidades no nos convertirán en invulnerables.
Nuestra inteligencia emocional no hará que nuestros alumnos sean educados y estén motivados por aprender, que nuestros compañeros o padres de alumnos no discutan con nosotros o que nuestros problemas burocráticos y administrativos del centro se acaben. Ahora bien, desarrollar la inteligencia emocional nos hará mejores personas, y nos ayudará a que los demás lo sean, ser emocionalmente inteligente disminuirá el desgaste psicológico que implica todo este tipo de problemas diarios y facilitará nuestra tarea en el aula e, incluso, hará que volvamos a disfrutar de una tarea tan fascinante como es enseñar a los demás los que a su vez ya no se verán desprovistos de recursos gracias a esta valiosísima herramienta que es la INTELIGENCIA EMOCIONAL.
Agradecemos a Jéssyca Enríquez Gamarra Licenciada en Educación, autora de este trabajo.
1 comentario:
Saludos desde Perú ya he participado de muchos debates sobre la problemática de la educación y de verdad urge la enseñanza de un curso de inteligencia emocional para los estudiantes, primero deberíamos serlos maestros capacitados en este importantísimo tema, seguro que los resultados se verían poco a poco,falta cercania con los estudiantes, ya es hora de trabajar las emociones y todo lo demás vendrá después, gracias por esta información. Prof. Marlene Paredes
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