"Nuestros resultados demuestran que la exposición a una iluminación intensa antes de acostarse reduce la secreción de melatonina unos 90 minutos, en comparación con una luz tenue", concluyen los autores de la investigación, del Hospital Brigham and Women y de la facultad de Medicina de Harvard (EEUU).

La melatonina empieza a aumentar en la sangre hacia el anochecer y alcanza el pico máximo unas dos horas después de quedarse dormido, momento a partir del cual los niveles comienzan a bajar. Éste sería el ritmo normal de la hormona, que puede verse alterado, como demuestran los investigadores estadounidenses, por estímulos ambientales como la luz. De hecho, añaden, "si ésta se mantiene durante las horas de sueño, la melatonina se suprime en un 50%".
Así lo corroboran las muestras de sangre de 116 voluntarios sanos entre 18 y 30 años. En el transcurso de cinco días, durante las ocho horas previas al momento de acostarse, algunos estuvieron expuestos a luz intensa y otros a un foco de iluminación más tenue. La diferencia entre ambos grupos es que en los primeros, la secreción de la melatonina comenzaba aproximadamente una hora y media más tarde.
Teniendo en cuenta las numerosas funciones que esta hormona tiene, a largo plazo podría "traducirse en una peor calidad del sueño y podría tener efectos en la habilidad del cuerpo para regular su temperatura, la presión sanguínea y los niveles de glucosa", afirma el principal autor del artículo, Joshua Gooley.
"Hay que preparar al organismo para desconectar e ir a dormir a través de elementos externos. Lo mejor es hacer uso de luces tenues a partir del atardecer y dormir con la mayor oscuridad posible", recomienda el neurofisiólogo.
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Fuente: psiquiatria.com
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