
"Fausto toca el piano y estudia desde hace cinco años, pero por su problema todo este tiempo lo hizo de una forma informal, sin presentarse a exámenes, ni ser evaluado. Con este examen la cosa cambia y a partir de él Fausto va a hacer la carrera como cualquiera de sus compañeros, siguiendo los programas, siendo evaluado y con la posibilidad de recibirse", dice Mercedes Torbidoni, la mamá, orgullosa de un logro que a su vez abre el camino para otros chicos con autismo.
Claro que para llevarlo adelante hubo que recorrer un camino que comprometió el trabajo de muchos. Entre ellos, de las autoridades del conservatorio, que debieron adecuar los contenidos pedagógicos para que Fausto se pueda adaptar cumpliendo con los mismos requisitos que se les exige al resto de los alumnos. Y el de Mónica Opanski, su profesora de piano, que lo preparó para la evaluación.
Inés Rapoport es la acompañante terapéutica de Fausto, que concurrió con él a las clases y lo acompañará durante su formación musical. Como Fausto y como Mercedes Torbidoni, encontró en el examen aprobado un motivo de alegría y de orgullo.
El camino abierto por Fausto no es el primero. Antes logró convertirse en el primer chico con autismo que cursa en un colegio industrial convencional de la región, el Albert Thomas.
Amante de la electrónica y de la música, Fausto acaba de terminar el ciclo básico en esa escuela y se dispone a elegir la especialidad, mientras hace su camino en la música.
Ese camino ya le permitió presentarse en vivo ante el público y ahora le permitirá hacer una carrera que se puede convertir en el futuro, incluso en una fuente de trabajo.
Inés Rapoport reconoce que la excesiva concentración de Fausto, junto a la tendencia a la repetición característica de los chicos con autismo pueden favorecer el aprendizaje de la música.
Para Mercedes Torbidoni, ese es el desafío: "estar atenta a sus capacidades para potenciarlas y a sus problemas para mejorarlos".
Fuente: Quilmespresente.com
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