
Investigadores de la Universidad de Florida encuestaron a más de 800 clientes en edad universitaria que salían de bares entre las 10 p.m. y las 3 a.m. A los participantes se les preguntó si consumían bebidas energéticas y alcohol, y después se les midió la concentración de alcohol que tenían en su respiración.
El 6.5 por ciento de los participantes que bebían alcohol mezclado con bebidas energéticas eran tres veces más propensos a emborracharse que los que bebían alcohol solo. La lectura media de alcohol en la respiración de los que consumían alcohol y bebidas energéticas fue de 0.109, muy por encima del límite legal de 0.08, apuntaron los autores del estudio.
Los investigadores también encontraron que los universitarios que mezclaban alcohol y bebidas energéticas permanecían más tiempo borrachos después de abandonar el bar y eran cuatro veces más propensos a decir que iban a conducir en el intervalo de una hora, en comparación con los que tomaban alcohol solo, de acuerdo con el informe que aparece en la edición de abril de Addictive Behaviors.
"Existe la falsa creencia de que si una persona toma cafeína con bebida alcohólica, el efecto estimulante de la cafeína contrarresta el efecto depresivo del alcohol, y eso no es así", advirtió el coautor del estudio Bruce Goldberger, director de toxicología en la Facultad de medicina de la Universidad de Florida, en un comunicado de prensa de la facultad.
La cafeína simplemente reduce la sensación de sueño que causa el alcohol. Esta afección, descrita como "bien despierto y borracho", puede fomentar conductas peligrosas, explicó Goldberger.
Se cree que hasta el 28 por ciento de los universitarios que toman alcohol lo mezclan con bebidas energéticas en un mes normal.
"Este estudio demuestra que existe definitivamente una razón para preocuparse y que se necesitan más investigaciones", dijo el autor del estudio Dennis Thombs, profesor asociado del departamento de ciencias del comportamiento y la salud de la comunidad de la Facultad de salud pública y profesiones de la salud de la Universidad de Florida.
"No sabemos qué niveles de cafeína están alcanzando los universitarios que van a los bares, cuáles son los niveles seguros o no seguros, ni qué regulaciones o políticas se deben poner en marcha para proteger a estos jóvenes y a los consumidores en general", agregó Thombs.
Fuente: University of Florida
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