
Mientras más cariño y afecto proporciona una madre a su bebé, menos ansiedad, hostilidad y distrés en general tendrá el niño en la adultez, indica una investigación reciente.
El hallazgo se basa en el seguimiento de 482 niños desde los ocho meses de edad hasta una edad promedio de 34 años. Los resultados sugieren que el afecto materno a una edad muy temprana puede tener un impacto crítico a largo plazo sobre la salud mental y las habilidades de afrontamiento emocional.
La autora del estudio Joanna Maselko de la Universidad de Duke y colegas informan sobre las observaciones en la edición en línea del 27 de julio de la Journal of Epidemiology and Community Health.
Todos los participantes del estudio formaban parte del Proyecto nacional de cooperación perinatal, que incluyó a personas nacidas en Providence, Rhode Island. Los investigadores primero evaluaron a los niños a los ocho meses de edad en cuanto al progreso de su desarrollo. A su vez, se evaluó a las madres en cuanto a su reacción a los resultados de las pruebas de sus hijos, y qué tan bien reaccionaban al "rendimiento" de los niños en el examen.
Al mismo tiempo, también se evaluó el grado de afecto materno y la atención mostrada a los niños, y se calificaron en niveles desde "negativo" hasta "extravagante", explicaron los autores en un comunicado de prensa del editor de la revista.
Se consideró que el diez por ciento de las madres habían ofrecido niveles muy bajos de afecto a sus hijos, mientras que 85 por ciento había ofrecido un grado de afecto considerado "normal". El seis por ciento mostró a sus hijos una cantidad de afecto materno que los investigadores determinaron como muy alta.
Unas décadas más tarde, esos niños (ahora adultos) fueron evaluados por sentimientos de ansiedad, hostilidad y niveles generales de angustia emocional o distrés.
Cuando se comparó el afecto materno en la infancia con el estado mental emocional de los adultos, Maselko y colegas encontraron que los niños que habían sido expuestos al mayor grado de afecto tenían los niveles más bajos de ansiedad, hostilidad y distrés general.
Al contrario, los niños que habían sido expuestos al menor grado de afecto en la infancia tenían el grado más alto de dichas cualidades, lo que puede contribuir a la inestabilidad emocional y la inseguridad, apuntaron los investigadores.
El afecto materno podría permitir y promover el desarrollo saludable del cariño y los vínculos emocionales, lo que podría ayudar al niño a desarrollar las habilidades sociales que son claves para afrontar al estrés general y la ansiedad, anotaron los autores del estudio en el comunicado de prensa.
"Estos hallazgos sugieren que el afecto y el cariño tempranos tienen efectos positivos duraderos sobre la salud mental hasta bien avanzada la adultez", concluyeron los investigadores en su informe.
Fuente: BMJ journals
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