
Unas células diminutas parecidas a pelos y situadas en el oído interno vibran como respuesta al sonido, convirtiendo esas vibraciones en señales eléctricas que viajan al cerebro a través de las vías nerviosas. Sin embargo, estas células mueren al tiempo que las personas envejecen, y pueden ser destruidas por la exposición ante ruidos fuertes y ciertos fármacos. La pérdida de un gran número de células da como resultado una pérdida de audición permanente. Esta forma de pérdida de audición, llamada pérdida de audición neurosensorial, es muy común, aunque no se puede curar con medicamentos.
Los investigadores están trabajando en formas de tratar la pérdida de audición mediante procesos de ingeniería de tejidos regenerados de células capilares, o mediante el desarrollo de fármacos que eviten que las células capilares del oído interno se descompongan. No obstante, encontrar formas de administrar los fármacos al oído interno, difícil de alcanzar, sigue siendo un reto. Los fármacos tienen que ser inyectados en un espacio detrás del tímpano, y se difunden en el oído interno con el tiempo. Con este método, sin embargo, no hay forma de controlar las cantidades de fármaco que llegan al lugar de destino, o de administrar más de un medicamento a la vez.
"Hacer que los componentes lleguen al oído interno requiere un esfuerzo heroico", afirma Sharon Kujawa, directora de audiología en la Massachussets Eye and Ear Infirmary (MEEI), así como profesora asociada de la Escuela Médica de Harvard, y parte del equipo que desarrolló el dispositivo implantable. "Creemos que con todo lo que está sucediendo dentro del campo del descubrimiento de fármacos a nivel mundial, hay que prestar un poco de atención a cómo van a llegar al oído interno estos compuestos."
"No existe realmente ningún tratamiento, excepto las prótesis auditivas, y los implantes cocleares en los casos más graves", afirma Albert Edge, profesor asociado de la Escuela Médica de Harvard en MEEI, y que no guarda relación con el estudio. Los audífonos pueden ser voluminosos, y los implantes cocleares destruyen toda la audición residual que queda en el oído. Además ninguno de los dos dispositivos recibe el sonido tan bien como las células capilares.
Fuente: technologyreview.com
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