El proyecto EU-GEI («Red europea de redes nacionales sobre la esquizofrenia dedicadas al estudio de las interacciones entre los genes y el entorno»), ofrece apoyo comunitario a esta investigación, la mayor iniciativa hasta la fecha dedicada a este aspecto.
Más de 7.500 pacientes y sus familias de 15 países participarán en este proyecto, que estará en marcha hasta el 2015, y cuyo consorcio lo forman redes dedicadas a la esquizofrenia o la salud mental financiadas por los gobiernos de Francia, Alemania, Países Bajos, España, Turquía y Reino Unido, así como otros institutos de investigación y varias pequeñas y medianas empresas (PYME) de Australia, Austria, Bélgica, Hong Kong/China, Irlanda, Italia y Suiza.
Concretamente, se pretenden estudiar los efectos que ejercen las interacciones entre los genes y el entorno sobre las rutas cerebrales y la vulnerabilidad psicológica y se tratará de dilucidar la manera en que expresiones conductuales sutiles pero medibles de propensión al trastorno psicótico se ven mediadas por rutas cerebrales y psicológicas. Además, a partir de estudios de seguimiento, se pretende determinar el porqué, en algunos individuos, la expresión de vulnerabilidad no desemboca nunca en un trastorno declarado, mientras que en otros se alcanza el umbral de manifestación clínica de la esquizofrenia.

El profesor Jim van Os de la Escuela de Salud Mental y Neurociencias (MEeNS) del Hospital Universitario de Maastricht (MUMC, Países Bajos), dirigirá este proyecto en el que se examinarán expresiones conductuales de la vulnerabilidad ocasionadas por interacciones entre genes y ambiente que “se detectan como alteraciones sutiles del ánimo, la percepción, la volición y el pensamiento en respuesta a factores estresantes menores surgidos en el devenir cotidiano”. Las empresas europeas del proyecto EU-GEI pretenden desarrollar tecnologías nuevas que cumplan precisamente con ese cometido.
Teniendo en cuenta los indicios de que las grandes ciudades perjudican la salud mental y favorecen una amplia gama de trastornos somáticos, se concederá prioridad en la investigación al impacto que ocasionan la creciente urbanización y otros factores de riesgo medioambiental, como la migración, en los países europeos. Asimismo, estudios apuntan que el consumo de cannabis, y sobre todo su consumo frecuente durante la adolescencia, también incrementa el riesgo de padecer un trastorno psicótico, al igual que ocurre en los casos de traumas infantiles.
El desarrollo de nuevas herramientas durante el proyecto les permitirá, según los investigadores, no sólo medir con fiabilidad la propensión a los trastornos psicóticos debidos a la interacción entre genes y ambiente, sino también detectar, y quizás incluso modificar, la vulnerabilidad en el ámbito del comportamiento.
Fuente: psiquiatria.com
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