
Tienen varios años anunciándose en internet, pero las “drogas digitales”, también llamadas “e-drugs”, hasta ahora han dado el salto a las redes sociales y comienzan a tomar fama en varios países como Estados Unidos y Francia.
¿Qué son las drogas digitales? Son fichas musicales descargables que prometen sensaciones parecidas a las provocadas por la mariguana, la cocaína o hasta el LSD, y se venden en algunos sitos de internet. Según prometen estos espacios cibernéticos, pueden desencadenar alucinaciones o estados que van desde la tranquilidad absoluta, hasta la euforia.
Si sus efectos son reales o sólo parte de una sugestión, aún se desconoce, pues no hay estudios formales sobre estas drogas sonoras. Sin embargo, la neuropsicóloga Brigitte Forgeot explica que las sensaciones se producen a través de pulsaciones auriculares, es decir, la emisión de dos sonidos similares, pero con frecuencia diferente en cada oído, lo que altera las ondas cerebrales.
“Es posible llevar al cerebro a producir ondas lentas, como las ondas alfa, asociadas a los estados de relajamiento, o aún más rápidas, como las ondas beta, asociadas a estados de vigilancia y concentración”, precisa Forgeot.
Se trata de un fenómeno neurológico que puede producir una especie de hipnosis sonora, produciendo sensaciones de euforia, estados de trance o de relajación, señala la experta, quien ha estudiado los efectos clínicos y neuropsicológicos de este tipo de sonidos.
Son sesiones (dosis) de entre 15 y 30 minutos de zumbidos, que se pueden descargar de varios portales especializados a unos precios que oscilan entre los 7 y los 150 euros (150 y 2 mil 700 pesos) y que transportan a los usuarios a unas sensaciones fuera de lo común.
¿Adicción? Aún en discusión
La novedad en la red va desde videos en YouTube que ejemplifican cómo se utilizan estas drogas (el sonido debe percibirse a través de un casco o audífonos que no permitan que la música se escape), hasta diversos sitios que ofrecen “muestras gratis”.
Hasta el momento, el fenómeno que toma cada vez más fuerza en la red no tiene estudios que respalden los efectos secundarios. Mientras que expertos en neuropsicología remarcan que los latidos binaurales relajan, ayudan a la concentración y se usan con fines terapéuticos para enfermedades como el autismo, otros expertos señalan que tal vez, a la larga, las drogas digitales puedan provocar disfunciones cerebrales.
En Francia, donde el uso de estos “estupefacientes” electrónicos se ha intensificado en los últimos meses, organizaciones como la Misión Interministerial de la Lucha Contra la Droga y la Toxicología han explicado que se trata de un fenómeno que no es “ni inquietante, ni emergente” y que, por el momento, no hay razón para prohibirlo.
Por lo pronto, en internet ya circulan comentarios de jóvenes usuarios, quienes manifiestan los efectos que les han provocado estas dosis sonoras.
“Sentí llamas en mis brazos, que bajaban poco a poco hasta los dedos de los pies, tenía la impresión de que mi brazo pesaba una tonelada y uno de mis dedos estaba encorvado. Entonces empecé a sentirme muy raro. Fue genial”, relata en un chat el cibernauta “Sugar Killer”, quien asegura haber visto a una tortuga, un elefante verde y hasta un Papá Noel derrapando a los pies de su cama.
Las dosis más populares en la red tienen nombres tan sugerentes o psicotrópicos como “Orgasm”, “Peyote”, “Marijuana” o “Lucid Dream”, y los precios varían dependiendo de la duración y la intensidad que prometen.
Las sesiones están divididas por temas. Algunas ofrecen desarrollar la imaginación y la creatividad, otras aumentar la energía diaria y unas más sólo relajar.
“El efecto de los sonidos cesa desde que se dejan de escuchar”, explica Forgeot, aunque “la utilización intensiva de los sonidos estimulantes puede generar, a la larga, perturbaciones de sonido o ansiedad, como puede hacerlo la utilización de muchos psicoestimulantes”.
Peligro ‘psicológico’
Para la psicóloga Alma Beltrán, más allá de los efectos físicos que puedan provocar estas drogas, la preocupación radica en un trasfondo que esconde la necesidad de los jóvenes por escapar de su realidad.
“Como cualquier adicción, el peligro está en que es un ‘dominio’ de la persona, los jóvenes, en este caso, necesitan experimentar sensaciones que los lleven a alejarse de la difícil realidad en la que viven, ya sea familiar, amorosa o incluso social”, considera.
Dice que las drogas –digitales o reales– ponen en evidencia la urgencia de evasión hacia el mundo actual, la falta de comunicación con la familia y el vacío existencial que domina a la juventud en estos tiempos.
“Los jóvenes están preocupados por el presente que les tocó y vivir y por el futuro que les espera, no lo dicen abiertamente, pero lo hacen evidente a través de estos distractores. Quieren evadir que los papás no platican con ellos, que están inmersos en un mundo de sobre-información, de violencia, de pobreza, de falta de oportunidades”.
Beltrán reconoce que no había escuchado de este tipo de estupefacientes cibernéticos, pero le preocupa la facilidad con la que los jóvenes pueden acceder al mundo de la web, “que se puede utilizar para bien o para mal.
“Es preocupante, sí, que ellos puedan acceder a internet en su propia casa y pagar por estos servicios, sin que los papás se den cuenta de nada, pues al fin y al cabo, nunca van a encontrar evidencia física de una droga”.
Su única recomendación, indica, es reforzar la comunicación abierta, honesta y responsable entre padres e hijos.
“Estas drogas digitales, se tomen como se tomen, tengan o no consecuencias físicas, vienen siendo un distractor más de las necesidades afectivas y familiares, de comunicación efectiva entre padres e hijos. Es sólo un tema más que se debe prevenir con información y mucha comunicación para reforzar otras áreas”, asegura.
“Drogas, sexualidad, co-dependencia, violencia, depresión… todo está influyendo y es imposible aislar a los jóvenes para que no tengan contacto con estas sustancias o sentimientos, ahora es cuestión de prevenir y de infundir valores en los jóvenes que los lleven a tomar decisiones responsables sobre su propia vida”, concluye.
El dato
*Las drogas digitales surgieron aproximadamente hace cinco años en Estados Unidos.
*Las también llamadas “e-drugs” consisten en emitir sonidos distintos en cada oído para estimular el cerebro, produciendo sensaciones de euforia o hasta alucinaciones.
*Aún no se comprueba que su efecto sea real ni las consecuencias que pueden provocar.
*Se venden en sitios de internet a través de descargas, aunque también tienen su página de Facebook y sus respectivos Twitter.
*El boom ha tomado fuerza en Francia, aunque en otros países como Japón, Brasil y España el tema se ha vuelto cotidiano.
*En algunos de los portales más famosos, se calcula que existen unas 18 mil descargas a la semana de estas “dosis”.
Fuente: vanguardia.com.mx
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