
Es que Christopher, un joven de 15 años, padece el síndrome de Asperger, un desorden neuromental, parte del espectro del autismo. Este trastorno no le permite relacionarse normalmente con las personas; carece de empatía con quienes convive. Christopher utiliza el lenguaje solo en sentido literal; no puede captar niveles metafóricos ni ninguna figura retórica de la lengua; se impone rutinas obsesivas y repetitivas y, en instancias, un mutismo selectivo. Sin embargo, es un genio de las matemáticas. El lector va dándose cuenta de sus incapacidades (y extraordinarias capacidades) desde el interior del protagonista, gracias a un sostenido punto de vista, siempre limitado a esa visión sesgada por el Asperger.
En un primer momento, la lectura nos induciría a pensar que se trata de un narrador no-confiable (unreliable narrator), al modo de aquel magistral Chancey Gardiner, en la novela de Jerzy Kosinski, Desde el Jardín, o Forrest Gump en el libro homónimo, de Winston Groom, dos ficciones que satirizan la sociedad estadounidense. Las dos, también, con sus versiones fílmicas memorables. Sin embargo, nuestro narrador resulta ser, por las mismas características del Asperger, un guía más que confiable en vías a la resolución de los misterios, dada su absoluta honestidad y literalidad al referir sus percepciones. Lástima que para él esas cualidades sólo impliquen problemas con quienes se cruza.
La versión original en inglés se publicó en el 2003, y fue merecedora de los premios The Guardian de ficción infantil, The New Book Trust de ficción para adolescentes, el Whitebread Novel Award, entre otros. Estos antecedentes pueden erróneamente circunscribir el libro al público infantil.
Se trata de una novela para adultos, profunda e inquietante, que involucra sentimientos y responsabilidad hacia los más débiles. Justamente, mediante la visión alienada de este jovencito, se cuestiona un orden social naturalizado y el tan mentado sentido común de los adultos "normales".
La traducción, a cargo de Patricia Antón de Vez, es al castellano de España.
Las diferencias dialectales son más evidentes en la lengua coloquial y, al tratarse de una novela poblada de diálogos informales, puede que haya para el lector argentino cierta dificultad en la comprensión de algunos vocablos, lo que no quita mérito a su trabajo.
Fuente: La Gaceta
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