Así como miles de personas se conmovieron con la historia de Lucrecia Jordanoff, Lilum, la primera en escribir en la web, dice: "conozco a Lucrecia desde el prejardín, ella también toca el órgano con sus piececitos". "Sí, es cierto. Pero era muy chica… ya no toco", aclara con humildad la adolescente, más interesada en ser buena madrina que concertista.

Su pequeño pie izquierdo es todo lo que necesita para darle la mamadera a Santiago Elías, hijo de su mejor amiga y compañera de colegio de toda la vida. Su comadre, Lourdes Jiménez, le deja el bebé con confianza. Sabe que usando sus dedos como pinzas, Lucre le dará de comer el yogur con cucharita y cuando tenga sueño, lo acunará en el moisés suave y tibio en que se convierten sus piernas.
"Lucre es la mejor madrina que he conocido. Hace poco, le dejé el bebé porque tenía que llevar a mi hermanito al jardín y cuando volví ella ya le había dado de comer y lo había hecho dormir. Otras veces se duermen los dos viendo ’Casi Ángeles’", agrega.
Tiene carácter la nena
Ahora todo es alegría, pero hace un año, cuando su compañera del colegio Presentación de María le confesó que estaba embarazada, Lucre se enojó mucho.
"La quería matar", recuerda. "Pero después dije ’bueh… supongo que voy a ser la madrina ¿no? Y de desde entonces la acompañé a todas las ecografías", agrega sonriente.
"Mi amiga tiene carácter fuerte. Una vez se enojó con la madre porque la había dejado sola en la casa. Pidió un taxi, le dijo al conductor que la ayude a meter en el baúl su silla de ruedas, y se mandó sola a la casa de su abuela", relata Lourdes.
Los amigos de Lucre son su fuerte en la vida. Como cualquier chico, se comunica por celular, que ella atiende en altavoz. "Hasta que me operaron hace un mes me ponía el teléfono en la oreja, pero ahora no puedo agacharme mucho. Caminaba dando saltitos y comía con los cubiertos sola, lo voy a volver a hacer a partir de abril", explica.
La habitación de Lucrecia es la más grande la casa. Ella pidió que se la ampliaran para poder moverse en la silla de ruedas. Pero el resto de la vivienda es pequeña. "No me hace falta nada, gracias a Dios, sólo me gustaría tener una casa más grande para poder desplazarme con la silla", aclara. Lucrecia vive en el modesto barrio Vial II, de Villa Carmela, con su mamá, María Fernanda Barrionuevo, y sus hermanos Micaela, de 15 años, y Cristo, de ocho.
Sus amigos son tantos que no entran en la casa. Casi todos son varones, además de Lourdes y algunas chicas más. "Salimos, me visitan en casa… El Día del Amigo nos fuimos al parque 9 de Julio pero antes pasamos por el cementerio a visitar a Noelia, una compañera que se mató hace tres años", recuerda con tristeza. Enseguida las caritas que le dedica su ahijado le devuelven esa sonrisa pícara y esos ojos huidizos que buscan perderse debajo de la alfombra cada vez que la alaban mucho.
Que vengan los Reyes
Lucrecia espera que el 5 de enero los Reyes Magos le regalen un buen diagnóstico en el hospital Garrahan, adonde viajará a hacerse un control después de dos grandes operaciones en su espalda para corregir una escoliosis grave que pasó de 115 a 55 grados. En cuanto a tener dos prótesis que reemplacen los brazos y manos, sin los que nació (amelia), dice que no le interesa ("estoy acostumbrada a hacer todo con los pies"). Tampoco desea alargar su pierna derecha, que la tiene muy corta, porque para ello habría que amputar, y ella no quiere perder la sensibilidad de sus dedos del pie. "Estoy conforme como soy. Tengo muchos amigos y nunca me sentí discriminada", dice.
Lucrecia quiere estudiar Ciencias Económicas el año que viene y además trabajar en un súper. La abanderada del colegio se despide del año con el deseo de seguir aprendiendo lo que hacen los demás pero de un modo distinto. Como le dice su mamá: "esto se hace así, vos fijate cómo lo hacés". "Algún día me gustaría vivir sola", dice sonriendo.
Fuente: lagaceta.com
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