
"Está muy fuerte", fue lo primero que le dijo a la fonoaudióloga cuando comenzaron a calibrarle el aparato.
La joven, que vive en San Andrés, nació sin los pabellones de las orejas ni los conductos de ambos oídos, aunque sí conservaba intactos los nervios auditivos. "Esto permitió que le colocara -mediante una cirugía miniinvasiva- los audífonos Baha (nombre del sistema) debajo del hueso del cráneo y en forma bilateral", explicó Stok a LA GACETA. Añadió que desde niña Ana -aunque con ciertas limitaciones-, siempre escuchó a través del hueso porque sólo le faltaban los conductos externos (sería algo similar a lo que cualquier persona normal suele escuchar cuando se tapa los oídos con las manos, un libro o algodones) ejemplificó.
"Siempre escuché algo y por eso sé hablar. Mis padres, mis tres hermanos y demás familiares y amigos se acostumbraron a hablarme en tono normal pero lentamente para que pudiera entender lo que me decían. Cuando llegué a la escuela primaria ya usaba audífonos externos a la altura de cada oído, en forma de vincha (similar a los auriculares que se usan para escuchar música o desgrabar algo) y yo los sujetaba a mi cabeza con un pañuelo o un trozo de género puesto en forma de vincha. Me permitían escuchar de un solo oído, y aunque podía graduar el volumen, durante las clases me molestaba el bullicio de los chicos y los ruidos fuertes", contó con absoluta naturalidad y claridad Ana Victoria, que está a punto de terminar el secundario y quiere seguir luego el profesorado de Francés.
Entusiasmada
"Me gusta el idioma francés porque es el que elegí en la secundaria y ya me acostumbré a su fonética. También me gusta crear cosas, pintar, tejer, hacer artesanías", contó mientras mostraba orgullosa un brazalete multicolor que llevaba ajustado a la muñeca, hecho por sus propias manos. Ana lleva la vida de una chica de su edad, le gusta bailar, salir con sus pares a fiestas y boliches, y usa la PC sólo lo necesario e imprescindible.
Fuente: lagaceta.com.ar
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