Pero, ¿qué pasa cuando ambos hábitos se combinan? En Estados Unidos, ya existe un término para esta circunstancia: “drunkorexia” (de drunk –borracho- y anorexia).
Un nuevo estudio realizado por especialistas de la Universidad de Missouri, en Estados Unidos, en el que se analizó esta combinación, ha demostrado que cuando los estudiantes universitarios mezclan el consumo excesivo de alcohol con trastornos alimenticios, su salud puede verse afectada a largo plazo.

Otras actitudes propias de la “drunkorexia” son evitar coger peso, intoxicarse más rápidamente o gastar el dinero que debería ser destinado a comprar comida en comprar alcohol. De los participantes, las mujeres resultaron estar casi tres veces más implicadas que los hombres en este tipo de actitudes.
Según los autores del estudio, la “drunkorexia” puede tener peligrosas consecuencias cognitivas, de comportamiento y físicas. Además, aumenta el riesgo de desarrollar trastornos alimenticios más graves y problemas de adicción.
A largo plazo, puede provocar problemas cognitivos permanentes, como dificultad para concentrarse, para estudiar e, incluso, para tomar decisiones. Además, la combinación de ambos trastornos aumenta los comportamientos violentos, las prácticas sexuales de riesgo, y la aparición de enfermedades crónicas en etapas posteriores de la vida.
Fuente: tendencias21.net
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