Son niños con capacidades diferentes que con los caballos mejoran su calidad de vida.

Como una cita impostergable, los jueves, Daiana (24), con síndrome de Down, se monta al caballo y da vueltas sin parar en el corral del Club Hípico de La Plata destinado a las sesiones de equinoterapia. La joven ya poco necesita de las indicaciones del instructor. Erguida, toma las riendas y se deja llevar por el apacible animal. A partir de un convenio con la Comuna, ese día de la semana y los miércoles el Club Hípico de La Plata cede su espacio en forma gratuita para esta herramienta cada vez más utilizada para mejorar la calidad de vida de las personas discapacitadas.
La equinoterapia es una método terapéutico que tiene al caballo y su ambiente como instrumentos para la rehabilitación de pacientes con diferentes patologías -físicas y psíquicas- y que logra resultados, según se asegura, que otros tratamientos no consiguen obtener. Esto es, se explica, porque el animal ofrece una anatomía tridimensional y, con su movimiento, emula el caminar. En algún sentido, el caballo se convierte en la prolongación del cuerpo de quienes, por caso, no están acostumbrados a salir de una silla de ruedas.
El tratamiento se aconseja "para cualquier tipo de discapacidad, motriz o mental", asegura el profesor de equitación Alfredo Nievas, uno de los responsables de las clases del Paseo del Bosque. En este caso puntual el instructor enseña a andar a caballo y hasta a saltar obstáculos a personas con parálisis cerebral, síndrome de Down, menigocele, autismo o con ceguera. La experiencia le dice al equipo especializado integrado por personal del Hípico y del Consejo de Integración del Municipio que los avances "les cambian la vida".
"Hace tres años que viene al Hípico -cuenta Jorge Papasodaro, el padre de Daiana-. Tengo campo, así que ella está familiarizada con los caballos desde muy chica. Esto le hace muy bien, le genera entusiasmo y la hace descargar energía, lo que en su caso es muy importante porque una de sus características es que se inquieta con facilidad y la equinoterapia la aplaca".
Son varios los ejemplos que destacan con orgullo el grupo de especialistas y la dirigencia del club. Uno es el caso de Antonio, un nene ciego, de 9 años, que asiste a las clases por tercer año consecutivo. Empezó, como la mayoría: con miedo. "Hoy se sube solo al caballo, anda de acá para allá y compite en salto", subraya Nievas.
Oscar Fuentes, el presidente del Hípico platense, sigue todavía sorprendido por la respuesta de un chico con diagnóstico de autismo. Ese caso, quizás, sea el más paradigmático. "Cuando vino no podía ni acercarse a los caballos. Parecía que no había manera de convencerlo. Al poco tiempo consiguió llevar al animal de la soga para dárselo al instructor y se convirtió en un excelente jinete", recuerda el dirigente.
Las primeras clases apuntan a establecer el vínculo entre el nene o el joven y el caballo. Antes de subirse al animal se los incentiva a acariciarlo. Después, según el grado de discapacidad, se los ayuda con mayor o menor esfuerzo a montarlo. Tan entusiasmados como sus hijos, los padres celebran cada trote conseguido en equilibrio.
Lo que se obtiene, en líneas generales, con esta relación tan particular que establecen las personas con dificultades y animales tan nobles como los caballos, es más que un adelanto. Nievas lo explica en pocas palabras: "hacen un deporte, con todo lo que significa de beneficios la actividad física; sienten que se les presenta un desafío y eso los estimula; y, fundamentalmente, opera sobre la autoestima".
¿Por qué se elige al caballo para este tipo de zooterapias? "Porque no discrimina -responde el decano de la facultad de Ciencias Veterinarias, Edgardo Pons-. Es un animal que sabe muy bien a quién tiene arriba. Percibe la situación y establece una relación muy fuerte con los seres humanos".
La inscripción para asistir a las clases del Hípico se mantiene abierta en forma permanente en la sede del Consejo de Integración, ubicada en la avenida 1 entre 64 y 6.
Fuente: eldia.com.ar
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