El equipo de la doctora Charlene M. T. Robertson, de la University of Edmonton, en Alberta, Canadá, estudió a 1.279 bebés extremadamente prematuros (nacidos a las 28 semanas de gestación o menos, en lugar de 40, y con menos de 1.250 gramos).
A los 3 años de edad, 40 niños (el 3,1 por ciento) tenían pérdida auditiva permanente y 24 (el 1,9 por ciento) presentaba una pérdida grave/profunda de la audición.

En cuatro niños con pérdida auditiva permanente (el 10 por ciento), la aparición del problema había sido tardía y en 11 (el 28 por ciento) el problema había sido progresivo.
Los resultados, publicados en la revista Pediatrics, indican también que el uso de oxígeno adicional es un indicador clave de pérdida permanente de la audición, en especial cuando es grave/profunda.
"Después de la prematuridad extrema, la pérdida permanente de la audición es una de las principales consecuencias adversas frecuentemente asociadas con otras discapacidades graves", destacó el equipo.
"Se necesitan con urgencia estudios sobre cómo prevenir la pérdida auditiva permanente", concluyeron los autores.
Fuente: Pediatrics, mayo del 2009
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