Los elementos que presentan el proceso de comunicación son los siguientes: la emisión, la transmisión, la percepción y la reproducción.
El oído conforma solo una parte de la transmisión del mensaje sonoro. Por ello, todas las vías son propicias para la transmisión del movimiento sonoro, como por ejemplo: el cuerpo humano puede actuar como caja de resonancia.

Resulta muy llamativo, observar como niños con trastornos auditivos graves, cuando descubren todas las posibilidades que su cuerpo ofrece: los ruidos, las percusiones, el tiempo, etc.
Muy frecuentemente, las lesiones del oído dejan restos auditivos, o playas de recepción. Seguramente, el aprovechamiento de los mismos favorecerá el lenguaje y por ende otras habilidades del individuo.
Algunos niños se comunican a través de secuencias de gestos convencionales, propios de la comunidad de personas sordas. El lenguaje señado estimula la interacción entre pares sordos, pero restringe la comunicación con los denominados normo-oyentes.
En la adquisición de la lecto-escritura, los niños sordos e hipoacúsicos, requieren unas capacidades básicas, como por ejemplo:
- Atención al material visual y a la consigna visual.
- Integración globalizadora por medio de los canales visuales y táctiles.
- Asociación de las unidades de lenguaje.
- Decodificación de los equivalentes auditivos.
- Síntesis de los equivalentes auditivos en sílabas, palabras, oraciones simples, párrafos, etc.
- Asociación y análisis de los mismos.
Handicap intelectual
El no poder oír los limita al explorar y manipular los objetos, empobrece el intercambio y la comunicación e imposibilita la recepción de informaciones por parte de los medios de comunicación (radio, televisión, cine...)
Los niños sordos que presentan componentes agregados, como por ejemplo: deficiencia mental, parálisis cerebral, trastornos afectivos, compromiso visual... necesitan de una atención con mayor grado de especialización, orientación y seguimiento. Generalmente, se realiza un diagnóstico diferencial, para poder abordar los objetivos globales de trabajo y la derivación correspondiente a cada caso.

Pierre Oleron afirma que “los niños sordos tienen algunas dificultades para comprender nociones abstractas”. Para abordar este aspecto será imprescindible ofrecer un amplio abanico de experiencias próximas, que lo familiaricen con conceptos abstractos y trabajar los siguientes aspectos:
- Lograr aislar el problema.
- Organizar su percepción en tiempo y espacio.
- Definir por si mismos términos.
- Investigar lo obvio.
- Percibir hechos remotos.
- Radicar las actitudes extremas de todo o nada.
- Definir causa y efecto.
- Vencer el temor a equivocarse y hacer el ridículo.
- Flexibilizar la búsqueda de nuevas alternativas.
- Dejar de cobijarse en la norma establecida por el entorno social.
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