
Su aumento se atribuye a los viajes a zonas de riesgo sin las medidas preventivas aconsejadas.
La malaria es la infección con mayor impacto en el mundo. Está provocada por el parásito Plasmodium, que transmite el mosquito Anopheles, frecuente en zonas húmedas del planeta. La globalización y el cambio climático podrían favorecer su expansión y el aumento de casos importados en occidente, que empieza a constatarse. El perfil de viajeros que pueden infectarse es muy variado y, por lo tanto, se debe prevenir eficazmente.
Una infección tropical
La malaria, paludismo o fiebre palúdica, es una infección tropical causada por el parásito Plasmodium, que se hospeda en el mosquito Anopheles. Este insecto es el responsable (vector) de su transmisión. Vive en zonas húmedas y de aguas estancadas y, por esta razón, la infección que transmite se ha denominado malaria, una palabra italiana que significa "mal aire" (aire denso y típico de las ciénagas), o paludismo, que proviene de la voz latina "palus" (laguna o pantano).
El Anopheles, que habita en esas áreas húmedas, es de hábitos nocturnos y pica, sobre todo, entre el anochecer y el amanecer. La transmisión de la infección corresponde a las hembras, ya que sólo ellas se alimentan de sangre para nutrir a sus huevos, mientras que los machos se alimentan de los jugos de las plantas. Al picar a una persona infectada para obtener su sangre, el Plasmodium, o plasmodio, pasa a la hembra del Anopheles, que lleva el plasmodio en su saliva e infecta a otras personas a través de sus picaduras.
Cuando esto ocurre, el parásito viaja a través del torrente sanguíneo hacia el hígado, donde madura y se multiplica muy rápido; tras un periodo de incubación, regresa de nuevo a la sangre, y allí se sigue multiplicando mientras destruye los glóbulos rojos.
Síntomas inespecíficos
La presencia y maduración del plasmodio en el organismo humano se asocia a la aparición, al cabo de una o dos semanas de contraer la infección, e incluso más tarde, de síntomas variados e inespecíficos que pueden confundirse con un cuadro viral simple, gripe o gastroenteritis. Malestar general, fiebre, que puede ser alta, dolor de cabeza, escalofríos, dolores musculares y articulares, cansancio, síntomas gastrointestinales como vómitos o diarreas, inflamación del bazo y del hígado, dolores abdominales, anemia, disfunción renal y pulmonar y crisis neurológicas son algunos de los que pueden aparecer.
Lo que determinará la presencia de unos u otros síntomas dependerá del parásito causante de la infección (hay varios tipos) y del estado inmune del paciente. Este cuadro clínico debería poner en alerta a quien lo padece, en especial si ha viajado a regiones tropicales. "Si no se trata de inmediato con los medicamentos adecuados, el paludismo puede causar la muerte por la destrucción de los glóbulos rojos y la obstrucción de los capilares que llevan la sangre al cerebro y otros órganos vitales", advierte la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Por esta razón, cualquier persona que haya viajado a zonas endémicas y que no se encuentre bien debe acudir cuanto antes a un centro de atención a viajeros internacionales.
PARÁSITOS MÁS COMUNES
De las más de 150 especies de Plasmodium identificadas, sólo existen cuatro tipos con capacidad de infectar al ser humano: P. ovale, P. malariae, P. falciparum y P. vivax, siendo los dos últimos los más comunes. El más mortífero es el P. falciparum, y se puede encontrar en todo el mundo, especialmente en África subsahariana. El P. vivax también se halla en todo el mundo y, aunque rara vez es mortal, es responsable de un gran número de casos de la enfermedad recurrente.
Con el reciente descifrado del código genético de estos dos parásitos, la comunidad científica confía aumentar su conocimiento y diseñar tratamientos más específicos para aniquilarlo.
Fuente: Consumer Eroski / Enlace en www.consumer.es
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