Ésta es la idea que sopesan varios expertos en enfermedades infecciosas mientras se aproximan las temporadas de gripe de otoño e invierno.
Según los expertos el pánico social no solo no ayuda durante una situación de salud pública, como la pandemia actual de H1N1, sino que en realidad puede resultar contraproducente y crear sus propios problemas.

"Contamos con recursos limitados en los EE. UU. Si esta [gripe porcina] captura nuestra imaginación de manera negativa, perjudicará todo nuestro sistema de atención de la salud", señaló el Dr. Marc Siegel, profesor asociado de medicina de la facultad de medicina de la Universidad de Nueva York en esa ciudad. "Nuestras salas de emergencia estarán pobladas de personas preocupadas, los teléfonos de los médicos no pararán de sonar, todos tendrán temor a cualquier resfriado y querrán que se les hagan pruebas para detectar la gripe".
Los siguientes son algunos ejemplos de movidas que muchos creen que están atizando los temores de los estadounidenses esta temporada:
Cifras fuera de contexto
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades informan que cerca de 600 estadounidenses han muerto de gripe porcina, que ahora comprende el 97 por ciento de las infecciones de influenza en los EE. UU. Eso suena como una cifra temible, hasta darse en cuenta de que la gripe estacional "habitual" acaba con las vidas de unos 36,000 estadounidenses cada año.
Medidas drásticas por parte de las autoridades sanitarias
Los cierres extendidos de escuelas en los EE. UU. cuando surgió por primera vez la gripe H1N1 en la primavera pueden incitar el temor social. Aunque sus intenciones son buenas, una iniciativa de salud pública de este tipo tiende a enfocarse en el peor de los casos y puede ser "alarmista" y "exageradamente restrictiva", según un estudio sobre el pánico por el virus H1N1 que aparece en la edición del 3 de septiembre de la British Medical Journal (BMJ).
Los titulares simplistas y acalorados en los medios también pueden atizar temores desproporcionados y crear "comportamientos irracionales", señaló Joshua Klapow, profesor asociado de la facultad de salud pública de la Universidad de Alabama en Birmingham y miembro del South Central Center for Public Health Preparedness, financiado por los CDC.
Los estadounidenses ya habían pasado por algo similar antes, anotaron los expertos.
Los ataques de ántrax después del 11-S alimentaron los terrores de la gente de que los terroristas liberarían gérmenes mortales de la viruela sobre la población.
"La gente se estaba abasteciendo de antibióticos. En realidad no hubo una escasez, pero podría haberla habido", aseguró el Dr. Dean A. Blumberg, profesor asociado de enfermedades pediátricas infecciosas del hospital infantil de la Universidad de California en Davis.
Apresurarse a conseguir medicamentos para la gripe conlleva sus propios peligros, aseguró Blumberg, porque "la gente que se está abasteciendo de Tamiflu o lo está tomando de manera inadecuada para la gripe porcina actual en realidad podría crear resistencia [viral], por lo que el medicamento podría no funcionar bien cuando realmente sea necesario".
Afortunadamente, los escenarios catastróficos por lo general no se materializan. La histeria sobre el fallo generalizado de las computadoras en el año 2000 se aplacó cuando los equipos continuaron funcionando el 1 de enero de 2000, relativamente indemnes. También los titulares sobre el virus del Nilo occidental, el SARS, el virus Ébola y la gripe aviar se han desvanecido, al menos por ahora.
Con frecuencia, en un período de crisis percibida, la gente solo se enfoca en el beneficio de ciertas medidas de precaución, no en los riesgos posibles, anotó Blumberg. Los peligros de ese método se revelaron en 1976 durante el último brote de H1N1, cuando una decisión del gobierno federal de vacunar a 43 millones de personas contra otra cepa de la gripe porcina resultaron contraproducentes.
El temido brote nunca se materializó (la enfermedad nunca se propagó más allá de los 240 soldados apostados en el Fuerte Dix de Nueva Jersey), aunque unos 500 estadounidenses que se hicieron vacunar adquirieron una afección neurodegenerativa poco común conocida como síndrome de Guillain-Barre, que según muchos expertos estaba relacionada con la vacuna. De esas 500 personas, murieron 25.
El brote actual de H1N1 dista mucho de ser el peor de los casos. La mayoría de las enfermedades siguen siendo leves, aunque el virus se ha propagado mucho.
Sin embargo, según un artículo en la BMJ, los laboratorios médicos ya están bajo presión por la gran cantidad de especimenes que se les está pidiendo que examinen, muchos de pacientes que ordinariamente no hubieran pensado en una prueba de gripe antes.
"Los padres están llamando a los pediatras y exigiendo la vacuna", agregó el Dr. Geoffrey Weinberg, profesor de pediatría del Centro médico de la Universidad de Rochester en Nueva York. "Es una carga para sus consultorios porque están respondiendo muchas llamadas telefónicas".
La realidad es que "hasta la fecha, la infección de la [H1N1] ha sido principalmente modesta y no ha causado una gran cantidad de hospitalizaciones", aseguró Weinberg.
Fuentes: Dean Blumberg, M.D., associate professor, pediatric infectious diseases, UC Davis, Children's Hospital; Geoffrey Weinberg, M.D., professor, pediatrics, University of Rochester Medical Center; Marc Siegel, M.D., associate professor of medicine, New York University School of Medicine, New York City and author, Swine Flu: The New Pandemic; Joshua Klapow, Ph.D., certified disaster mental health specialist, associate professor, University of Alabama at Birmingham School of Public Health and faculty member, South Central Center for Public Health Preparedness; Sept. 3, 2009, British Medical Journal
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