La oportunidad de comentar el trabajo de Helen Tager-Flusberg et al., no debe limitarse al fenómeno de la ecolalia y debe extenderse también a las técnicas sugeridas para determinar el nivel de desarrollo del lenguaje expresivo de un niño con diagnóstico de autismo, trastorno generalizado del desarrollo no especificado o Síndrome de Asperger. A nuestro entender hay importantes limitaciones en el documento. Esas limitaciones no son fortuitas y proceden de la particular concepción de este grupo sobre el desarrollo del lenguaje y sobre la más amplia categoría de lenguaje. Ofrecen una visión parcial y limitada para la evaluación del lenguaje. Esta parcialidad en los métodos de evaluación, puede, a su vez, limitar la rehabilitación del lenguaje. Esto es lo que pretendemos demostrar.
Este ejercicio crítico podría ser considerado un mero ejercicio academicista, con el agravante, que, al comparar los méritos académicos de tan ilustres autores con los míos, resulta tan inclinada la balanza a su favor, que después de rebuscar entre los títulos que no tengo, he venido a refugiarme en uno de los diálogos de Platón, que por boca de Sócrates hace a Fedro este reproche: Amigo mío, los sacerdotes del santuario de Zeus en Dodona decían que los primeros oráculos salieron de una encina. Los hombres de otro tiempo, que no tenían la sabiduría de los modernos, en su sencillez aceptaban escuchar a una encina o a una piedra, con tal que la piedra o la encina dijesen verdad. Pero tú necesitas saber el nombre y el país del que habla, y no te basta examinar si lo que dice es verdadero o falso. Enderezado el ánimo con las palabras siempre sabias de Platón, y con la esperanza de que, si no llego a piedra o encina, me libre la benevolencia de los lectores de parecer pedrusco o bellota, arremetamos lanza en ristre, y sin adarga que nos proteja, contra algunos desvaríos del texto antes que arraigen en las fértiles mentes de mi patria y encontremos pronto por todos lados, muestras de lenguaje natural del tamaño de sandías sin considerar antes si esos frutos pueden siempre reflejar verdaderamente el lenguaje expresivo del niño. Por eso, y para evitar que todas las recomendaciones del artículo de Helen Tager-Fluberg et al., se conviertan en una real pragmática, sin estar sus razones suficientemente motivadas, ni sus beneficios esclarecidos, hagamos antes las objeciones que fueren menester para que ninguno diga no estar avisado.
Pero qué mejor gesto de cortesía, y de reconocimiento al esfuerzo del NIDCD y de los autores que darlos a conocer a nuestros lectores, con independencia de las críticas que luego vayamos a formular. Algunos de estos autores están especializados precisamente en niños pequeños, por lo que acercaremos a lectores que estén especialmente interesados en esas edades, a estos autores norteamericanos y a sus textos y presentaciones en ppt.
La palabra ecolalia (el término usado en países de habla inglesa es echolalia) se deriva del griego ἠχώ que significa eco o repetir, y λαλιά (laliá) que significa balbuceo, hablar sin sentido (de origen onomatopéyico a partir del verbo λαλέω (laléo) que significa hablar.
El eco
El eco es un fenómeno relacionado con la reflexión del sonido. La señal acústica original se ha extinguido, pero aún devuelve sonido en forma de onda reflejada. Se produce eco cuando la onda sonora se refleja perpendicularmente en una pared. Para que se produzca eco, la superficie reflectante debe estar separada del foco sonoro una determinada distancia: 17 m para sonidos musicales y 11,34 m para sonidos secos (palabra), lo que se debe a la persistencia acústica.
El oído puede distinguir separadamente sensaciones que estén por encima del tiempo de persistencia acústica, que es 0,1 s para sonidos musicales y 0,07 s para sonidos secos (palabra). Por tanto, si el oído capta un sonido directo y, después de los tiempos de persistencia especificados, capta el sonido reflejado, se apreciará el efecto del eco.
Como curiosidad, pese a que se dice que el graznido de los patos no tiene eco, se ha demostrado que si lo tiene. A su vez, por la frecuencia del aullido del lobo, este no lo produce.[1]
[1]Duck Quack Echo Acoustics, Audio and Video University of Salford - A Greater Manchester University.
Eco en la mitología griega
Quizás los griegos trataron de explicar este fenómeno, no sólo el físico, pues el eco es algo que descubren los niños pronto, y quién no ha jugado, cuando el momento y el lugar son adecuados, a experimentar el fenómeno del eco. Sin duda los griegos debieron observar personas que repetían las palabras y frases de los demás de modo involuntario. Debieron darle suficiente importancia a este fenómeno, para recogerlo en sus mitos.
Eco (en griego antiguo Ηχώ Êkhố) es, en la mitología griega, una oréade (ninfa de la montaña) del monte Helicón, que amaba su propia voz. Fue criada por ninfas y educada por las Musas. Parece que hay dos versiones sobre la historia de Eco.
El mito de Eco y Narciso
La bella y joven Eco era una ninfa que de su boca salían las palabras más bellas jamás nombradas y las palabras ordinarias también se oían de forma mas placentera, esto molestaba a Hera, de forma que su marido, Zeus, pudiese cortejar a otras ninfas. Cuando Hera descubrió el engaño, castigó a la locuaz Eco quitándole la voz y obligándola a repetir lo que decían los demás. Incapaz de tomar la iniciativa en una conversación, limitada sólo a repetir las palabras ajenas, Eco se apartó del trato humano. Retirada en el campo, Eco se enamoró del hermoso pastor Narciso, hijo de la ninfa Liríope de Tespia y del dios-río Céfiso. Sin embargo, el vanidoso joven no tenía corazón, la consideró loca y la ignoró totalmente. Con el corazón roto, pasó el resto de su vida en cañadas solitarias, suspirando por el amor que nunca conoció, debilitándose y adelgazando, hasta que sólo quedó su voz. Luego un muchacho que también se había enamorado de Eco oró a los dioses, pidiendo que éste sufriera un deseo no correspondido, como el que había hecho sufrir a otros. La oración fue respondida por Némesis, la que arruina a los soberbios, quien maldijo a Narciso a enamorarse de su propio reflejo. El joven terminó muriendo de desamor y bajó al Inframundo donde fue atormentado para siempre por su propio reflejo en el río Estigia.
El mito de Eco y Pan
Alternativamente, Eco era una ninfa que cantaba y bailaba muy bien y desdeñaba el amor de todos los hombres. Esto enfureció al lujurioso Pan, que ordenó a sus seguidores matarla. Eco fue descuartizada y esparcida por toda la Tierra. Gea recibió los trozos de Eco, cuya voz permanece repitiendo las últimas palabras de los demás. En algunas versiones, Eco y Pan tenían dos hijos, Yambe y Lince.
Hay diferencias entre las dos versiones. En la primera versión a Eco la castigaron a quitarle su propia voz y fue obligada a repetir lo que decían los demás. En la otra versión nos dicen que era incapaz de tomar la iniciativa en una conversación, limitada sólo a repetir las últimas palabras de los demás.
Esta distinción, entre repetir todas las palabras que decían los demás, o limitarse a repetir solo las últimas palabras, es una distinción que tiene vigencia, pues hay diversos desórdenes neurológicos donde se dan ambos tipos de repeticiones, al que habría que añadir un tercero en las que el sujeto repite las palabras propias o partes de ella, como sílabas, debido a fenómenos de inercia articulatoria cuyo origen está en el propio sujeto. La ecolalia aparece en determinada etapa del desarrollo de algunos niños con diagnóstico de autismo y diversos autores consideran que generalmente es una buena señal precursora del desarrollo del habla .
Repetición de sonidos ajenos en el reino animal
Por los fenómenos observables, parece que debemos convenir que esa capacidad de repetir voces o sonidos ajenos no es algo exclusivo de la especie humana.

Helen Tager-Flusberg et al., han considerado como objeto de estudio diversos aspectos del lenguaje. Proponen potenciarlo por la relación directa que el desarrollo temprano del lenguaje tiene sobre un mejor pronóstico. Proponen estudiarlo con un criterio científico mediante
a) informe de los padres,
b) pruebas de lenguaje específicas y
c) mediante transcripción y análisis de muestras de lenguaje natural.
Esto es un gran avance para el estudio riguroso del lenguaje de los niños con diagnóstico de autismo. Proponen estudiar el repertorio fonológico, léxico y el conocimiento gramatical, pragmático y de habilidades comunicativas de cada niño. Creemos que este es el buen camino y en una dirección que se aleja radicalmente de la propuesta actual del DSM-IV y de lo que se propone para el DSM-V.
La propuesta de Helen Tager-Flusberg et al., está orientada no solo al análisis y
estudio del lenguaje de cada niño sino a la verificación de la efectividad de las terapias de lenguaje. La normalización de los datos con instrumentos para el estudio lingüístico permitirá acelerar el intercambio de información fiable. A nosotros nos parece un paso extraordinario.
Como Uds. saben el diagnóstico que puede hacerse usando los criterios del DSM no lleva aparejada terapia ni recomendación alguna para la rehabilitación con fundamento científico. Las Guías para el Tratamiento de los Trastornos del Espectro Autista no alcanzan siquiera a hacer recomendaciones claras, salvo las genéricas de que hay que hacer.
Programas centrados en la persona
No hay ningún nexo fundamentado científicamente entre el diagnóstico y el tipo de programa a aplicar.
Hay diverso material de probada eficacia en la rehabilitación neuropsicológica, y neurolingüística, que puede aplicarse a los niños.
Las objeciones al artículo de Helen Tager-Flusberg et al., proceden del sesgo lingüístico que trata de darse al estudio del lenguaje de los niños; sesgo que nosotros queremos que Uds. corrijan cuando estudien el lenguaje de un niño. Para ello tenemos antes que resaltar la diferente concepción del lenguaje del artículo de Helen Tager-Flusberg y de la escuela neuropsicologíca rusa. Detenernos en este asunto será muy ilustrativo para nuestros lectores. Por último, aventuramos cuales son las verdaderas razones por las Helen Tager-Flusberg et al., no recomienda tomar, como muestra de lenguaje natural, ni el lenguaje de imitación, ni el lenguaje ecolálico.
Fuente: artículo Language Benchmarks in Children with Autism Spectrum Disorders de Helen Tager-Flusberg et al., en http://www.nidcd.nih.gov/funding/programs/vsl/language_benchmarks.htm
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