
Una nueva relación con límites
Para establecer una nueva relación, lo primero que hay que tener en cuenta es que lo que no funciona es ceder a sus peticiones y deseos, puesto que siempre acaban haciendo lo que quieren y aprovechando la situación, lo que acaba generando malestar psicológico y un gran desgaste de parientes y amistades. Thompson afirma que es posible expresarles amor o amistad, pero marcando de forma clara unos límites sobre lo que sus allegados podrán o no podrán hacer por ellos de ahora en adelante.
Una persona manipuladora se siente segura, no se hace responsable de sus propias decisiones, atribuye a los demás la culpa de sus problemas y puede hacer que se sientan estúpidos y responsables. Nada más lejos de la realidad. Ante ello, sus víctimas deben saber que no tienen que hacer lo que esta persona quiera, no es su trabajo arreglarle las situaciones de su vida, sino decidir qué cantidad de tiempo o energía se le da y hasta dónde se hace por ella, es decir, marcarle unos límites. En otro caso, ante una persona deshonesta que se esconde de los hechos y con poca o ninguna credibilidad, hay que desconfiar de ella y decírselo para que empiece a tomar sus propias decisiones.
Al principio, establecer este tipo de límites puede resultar incómodo, pero a medida que se practica se gana paz y equilibrio interior. Hay que aprender a decir "no". Es lo que se conoce como "rescate". "El rescate de una persona una y otra vez sólo le permite cometer los mismos errores. Así no madurará. Es mejor para los dos dejar que el ser querido problemático experimente las consecuencias de sus propias acciones", advierte Thompson. El objetivo es aprender a disfrutar de la vida, incluso si el ser querido con problemas no quiere o no sabe disfrutar de la suya.
Además de fijar límites, hay que aprender a negociar y comunicarse bien con esta persona e, incluso, establecer en un contrato de cómo será la nueva relación. La negociación es más efectiva cuando se abordan temas concretos y específicos. Una vez se toma una decisión sobre uno y se lleva a la práctica, se pueden ir abordando otros.
En cuanto a la comunicación, uno de los trucos que proponen Klatte y Thompson es sustituir los "mensajes-tú", aquellos que recriminan al ser querido problemático todo lo que hace mal o deja de hacer bien, por "mensajes-yo", a través de los cuales el familiar o amigo afectado expresa cómo se siente y cómo piensa actuar de ahora en adelante. Es una forma de comunicación menos agresiva.
PEDIR AYUDA ¿CUÁNDO Y A QUIÉN?
El familiar o amigo de un ser querido problemático debe pedir ayuda siempre que sea consciente de los siguientes síntomas: cuando los hábitos de comer o dormir cambian para peor, se sienten frustrados, enojados, asustados, tristes o avergonzados, cuando otras personas le advierten de que tiene un problema y el afectado reconoce que podría ser cierto, si las acciones dañinas del ser querido problemático empeoran o cada vez son más frecuentes, o cuando se deja de tomar parte de actividades de disfrute por esta persona.

Si se identifica alguno de estos síntomas, se puede recurrir a otro familiar o amigo cercano e, incluso, a un profesional. Éste puede ser cualquiera de los que trabajan las relaciones y el crecimiento personal: un psicoterapeuta, un trabajador social, un consejero o "coach", o un psiquiatra, entre otros. Es fundamental que el profesional sea de confianza.
Este profesional debe ayudar a la persona afectada a concienciarse de lo que está sucediendo en su difícil relación con el otro, a aprender a dejar de centrarse en el ser querido problemático y hacerlo en sí mismo. Cuidarse a uno mismo no es un acto egoísta, sino sano para la salud propia y la de los demás
Fuente: Revista Consumer Eroski / www.consumer.es
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