Unos 22 millones de estadounidenses han abusado de los analgésicos recetados desde 2002, según la Administración de Salud Mental y Abuso de Sustancias (SAMHSA) de EE. UU.
"Cuando el dos por ciento de la población usa unos medicamentos de esta manera hay mucho por hacer, pero estamos haciendo mucho con una combinación de unos controles más estrictos sobre quién puede recibir estos fármacos y educación pública", señaló Peter Delany, director del Centro de Estadísticas y Calidad de la Salud Conductual de la SAMHSA.
Además, programas como el Programa de Monitorización de los Medicamentos Recetados, que permiten a los médicos controlar a los pacientes que quizás estén recibiendo analgésicos de varias fuentes, han ayudado a manejar el problema, añadió.
Y aunque el abuso de los analgésicos recetados ha permanecido bastante constante en los últimos años, la consecuencia real del problema es el número de personas que buscan tratamiento, planteó.
"El número de personas que buscan tratamiento ha aumentado más rápido de lo que creíamos", apuntó Delany. "El número de personas que acuden a tratamiento por el uso de analgésicos recetados se cuadruplicó entre 2004 y 2010, y hemos visto un aumento similar en lo que sucede en la sala de emergencias".
En 2009, hubo casi 425,000 visitas al departamento de emergencias debido al uso no médico o inadecuado de analgésicos narcóticos, y un estimado de 15,600 muertes relacionadas con estos fármacos, según el Dr. Douglas Throckmorton, subdirector de programas regulatorios del Centro de Evaluación e Investigación de Fármacos, parte de la Administración de Drogas y Alimentos (FDA) de EE. UU.
Algunas personas están preocupadas de que si se toman medidas contra el abuso de los medicamentos recetados, los pacientes que necesitan los analgésicos no podrán conseguirlos.
Delany apuntó que hay que tomar en cuenta esas preocupaciones a medida que se creen e implementen soluciones al problema.
El miércoles, la FDA propuso directrices para que las compañías farmacéuticas prueben y evalúen nuevas formulaciones de estos fármacos que hagan que sea más difícil abusar de ellos, al dificultar su manipulación, de manera que quienes abusan de ellos no puedan drogarse.
En el informe de la SAMHSA, el abuso de analgésicos narcóticos varió de un estado a otro. Los datos combinados de 2010 y 2011 hallaron que las tasas de abuso entre las personas a partir de los doce años de edad variaban entre un 3.6 por ciento en Iowa y un 6.4 por ciento en Oregón.
Siete de los estados con las tasas más altas de abuso de analgésicos narcóticos están en el oeste: Arizona, Colorado, Idaho, Nevada, Nuevo México, Oregón y Washington.
Cuatro de los estados con las tasas más bajas estaban en el oeste medio (Illinois, Iowa, Dakota del Norte y Dakota del Sur) y cuatro en el sur (Florida, Georgia, Maryland y Carolina del Norte), según el informe.
El abuso de estos fármacos se redujo en Kentucky, Luisiana, Massachusetts, Mississippi, New Hampshire, Nueva York, Ohio, Oklahoma, Rhode Island y Virginia Occidental.
El informe se basa en datos de la Encuesta nacional sobre uso de drogas y salud de la SAMHSA, que es un sondeo de aproximadamente 67,500 personas por todo Estados Unidos.
"La comunidad de salud pública ha comenzado a reconocer el alcance de la epidemia", señaló el Dr. G. Caleb Alexander, codirector del Centro de Seguridad y Efectividad de los Medicamentos de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Johns Hopkins, en Baltimore.
Alexander anotó que el problema es en parte resultado de intentar corregir otro problema, en concreto el uso insuficiente de analgésicos narcóticos para gestionar el dolor de las personas que lo necesitan.
"Uno de los factores que han contribuido a la epidemia son los esfuerzos bien intencionados para intentar mejorar la identificación y tratamiento de los pacientes de dolor", señaló.
Otro factor es el intenso mercadeo de los analgésicos narcóticos llevado a cabo por las compañías farmacéuticas, apuntó Alexander. Además, quizás los médicos estén emitiendo recetas por más pastillas de las que el paciente necesita, añadió.
"Hay abuso y engaños en todo el proceso, desde robos en los almacenes y asaltos en farmacias hasta el robo de los botiquines de la gente, así que se trata de un problema muy complejo", señaló Alexander.
Leo Beletsky, otro experto, profesor asistente de derecho y ciencias de la salud de la Facultad de Derecho de la Universidad de Northeastern y del Colegio de Ciencias de la Salud Bouve, en Boston, se muestra preocupado de que los esfuerzos del gobierno por controlar el abuso de los analgésicos narcóticos vaya demasiado lejos.
"Las autoridades gubernamentales han defendido una variedad de soluciones, la mayoría provenientes del manual de las agencias antidrogas, como los programas de monitorización de las recetas, la prosecución de los médicos acusados de recetar en exceso, y las redadas en los centros ilegales de pastillas", apuntó Beletsky.
Concentrarse solo en el suministro de los fármacos es corto de miras y peligroso, anotó. "En primer lugar, podría restringir de forma inadecuada el acceso legítimo de los pacientes a una atención efectiva contra el dolor, y en segundo lugar, los datos recientes sugieren que impedir que los pacientes con problemas de abuso de sustancias obtengan opiáceos podría en realidad hacer que recurran a inyectarse heroína", advirtió Beletsky.
"En otras palabras, a medida que creemos soluciones para abordar el abuso de los fármacos recetados, debemos tener un cuidado extremo para evitar hacer más daño que bien", añadió Beletsky.
Junto con las medidas para restringir el suministro, la respuesta a este problema debe incluir un acceso más amplio a los servicios de abuso de sustancias, tratamientos para los drogadictos, consejería y otras inversiones en formas científicamente probadas de abordar el abuso de sustancias, explicó Beletsky.
Fuentes: Peter Delany, Ph.D., LCSW-C, director, Center for Behavioral Health Statistics and Quality, U.S. Substance Abuse and Mental Health Services Administration; G. Caleb Alexander, M.D., co-director, Center for Drug Safety and Effectiveness, Johns Hopkins School of Public Health, Baltimore; Leo Beletsky, J.D., M.P.H., assistant professor, law and health sciences, Northeastern University School of Law & Bouve College of Health Sciences, Boston; Jan. 10, 2013, report, The NSDUH Report: State Estimates of Nonmedical Use of Prescription Pain Relievers: 2010-2011
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