El autismo es una alteración psiquiátrica de los seres humanos que se presenta desde la infancia. Investigaciones recientes han demostrado que puede originar un retraso y desorganización del desarrollo cerebral, lo cual afecta el sueño de las personas que lo padecen.
Aunque no existen muchas investigaciones sobre la relación del autismo y los trastornos del sueño, se sabe que es común que aquellas personas con alteraciones psiquiátricas presenten trastornos del sueño, los cuales también agravan los síntomas de este tipo de padecimientos.
En los niños con autismo sus periodos de sueño se trastornan. Duermen menos, tienen dificultad para conciliar el sueño, despiertan con frecuencia por la noche, su sueño es fragmentado y después tienen dificultades para volver a dormir, además de que hay baja eficiencia de sueño y somnolencia diurna.
Fructuoso Ayala Guerrero, académico e investigador de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM, lleva más de 40 años trabajando en el área de sueño, tanto desde el punto de vista básico, experimental, con animales, como con trastornos del sueño en humanos. Asimismo, con su grupo de trabajo ha detectado que algunos pacientes con alteraciones psiquiátricas, también tienen trastornos del sueño.
Desarrollos universitarios
Algunos de los proyectos de investigación que se desarrollan en la FP incluyen las dos problemáticas: autismo y trastornos del sueño. En ellos, se ha detectado que el coeficiente intelectual de los niños autistas está por debajo de lo esperado, en comparación con los niños sin autismo; presentan problemas con su funcionamiento cerebral, de aprendizaje, de memoria y para manejar la información, además de que tienen alteraciones en su estado de ánimo.
"En datos obtenidos en la literatura y por nosotros, hemos detectado que los pacientes con autismo duermen relativamente poco y no sabemos si es la falta de sueño la que produce estos deterioros del funcionamiento cerebral, o bien, estos problemas del funcionamiento cerebral son los que dan origen a las alteraciones del sueño. Estamos analizando con el propósito de encontrar respuestas y, en función de eso, implementar técnicas que puedan apoyar a los niños autistas", explicó el doctor Fructuoso Ayala.
Dentro de este grupo de pacientes, existen aquellos que tienen el síndrome de Asperger, contemplados dentro de lo que se llama espectro autista de mayor rendimiento, añadió el investigador, quien anotó que hasta hoy su equipo ha estudiado a cerca de 20 pacientes con este síndrome, a los cuales se les han realizado valoraciones neuropsicológicas "y vemos que su funcionamiento cerebral, como era de esperarse, está debajo de lo normal", apuntó.
El siguiente paso con estos pacientes, añadió el investigador, sería realizar un estudio cerebral con técnicas de neuro-imagen que permitan analizar el interior del cerebro, con el propósito de encontrar alguna posible lesión o ver cómo trabajan diferentes áreas del cerebro cuando los pacientes están llevando a cabo una tarea determinada.
Aunado a ello, se llevará a cabo el estudio de los patrones de sueño de todos estos paciencias, con el propósito de detectar alguna información que pueda contribuir a entender qué pasa en estos pacientes, por qué no funcionan adecuadamente.
De acuerdo con el doctor Fructuoso Ayala "en la población de personas con desorden del espectro autista, falta información para poder relacionar los problemas de sueño nocturno con desórdenes de su comportamiento diurno. Sin embargo, las pocas evidencias existentes han sugerido cierta relación", concluyó.
Un mundo aparte
Uno de los trastornos psiquiátricos que ha tomado relevancia en los últimos años es el autismo. Originalmente no se tenía identificado el síndrome autista como tal, sino que fue confundido durante mucho tiempo con patologías como retraso mental, demencia precoz, psicosis o esquizofrenia.
En los pacientes con autismo sus funciones cerebrales están alteradas. Se presentan problemas con la utilización del lenguaje y la comunicación conductual, es decir, tienden a aislarse y a no comunicarse a través de la mirada. Algunos presentan ecolalia, que es repetir muchas veces una palabra que escuchan. Otros tienen lo que se llama pensamiento rígido, es decir, no tienen la capacidad de modificar lo que están haciendo.
Es muy difícil determinar en qué momento surge el autismo en un niño. Pero existen señales que los padres deben tomar en cuenta para saber si sus hijos pueden presentar este trastorno. Por ejemplo, si notan que su hijo desde los cuatro meses de edad casi no interactúa con su entorno, no presenta una comunicación conductual activa, es decir, que no sonría, intercambie miradas, ni haga gestos, entre otros.
Hasta este momento no hay una cura para el autismo. Por lo que entre las primeras recomendaciones que se dan es que se conozca en qué etapa se encuentra, qué otros trastornos se presentan y con esta información buscar el tratamiento más adecuado para el paciente.
Fuente: Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM
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