El ser humano posee un sistema cerebral destinado especialmente a las caricias.
El cuerpo humano tiene una red neuronal especializada en interpretar la carga emocional de una caricia. La red es independiente de las neuronas del tacto y se activa sólo cuando perciben amor, lo que desvela la importancia que la naturaleza otorga a la ternura en las relaciones humanas. Esta red neuronal permite a un bebé percibir el amor de sus padres antes de nacer y constituye el fundamento de las relaciones de pareja, familiares y sociales.
Un recién nacido es capaz de sentir el afecto de una caricia antes de darse cuenta de que alguien le está acariciando, según una investigación desarrollada en la Universidad de Montreal y que publica la revista Nature Neuroscience .
Los investigadores han podido determinar la función que desempeña una red de nervios táctiles y neuronas corticales que están especialmente destinadas a descubrirnos no la caricia en sí, sino la emoción depositada en ella por una madre o un amante. Las caricias activan una red nerviosa especializada en los contactos que llevan implícita una carga emocional.
Hasta ahora se conocían bien las redes neuronales asociadas al tacto y que registran la sensación de frío, calor, o dolor, pero se ignoraba la función que desempeñaban las redes de fibras finas conocidas como de conducción lenta.
Estas redes estaban asociadas particularmente a los gatos, pero los investigadores Yves Lamarre, de la Universidad de Monteral, y su colega Hakan Olausson, del Hospital Universitario de Sahlgrenska, en Suecia, han comprobado ahora que estas fibras, activadas por estimulaciones agradables, actúan sobre una zona cortical del cerebro que es responsable de la interpretación agradable del tacto.
Amor sin tacto
El descubrimiento se ha alcanzado gracias a una paciente sometida a tests táctiles mientras se observaba la activación de su córtex por resonancia magnética. Esta paciente había perdido la sensación de tocar, pero podía percibir el calor, el frío o el dolor... y asegurar también que estaba recibiendo una caricia agradable sin poder sentir la mano del investigador.
Comparadas las observaciones de la paciente con las de un grupo paralelo creado para contrastar la investigación, se comprobó a través de la imaginería cerebral que había dos zonas de activación neuronal estrechamente ligadas a la experiencia.
Una zona cerebral se activa al percibir una relación táctil, pero que en el caso de la paciente enferma sólo reaccionó la región cerebral capaz de percibir la emoción depositada en una caricia, mientras que la especializada en el tacto permanecía invariable, al carecer de sensaciones táctiles.
La carga emotiva depositada en una caricia es registrada por el cortex insular, el cual sólo se activa cuando percibimos sensaciones amorosas o la atracción por el ser amado. Este descubrimiento confirma la enorme importancia de la ternura en las relaciones humanas, así como de las caricias y la comunicación táctil, cargada de emoción, en las relaciones amorosas, ya sean familiares o de pareja, así como en las relaciones sociales.
Bebés amados
Otro dato sorprendente es que los bebés desarrollan desde los ocho meses de gestación la capacidad de interpretar una caricia aunque carezcan de conocimiento táctil hasta después del nacimiento, lo que significa que pueden percibir el amor de sus padres desde el seno materno y descubrir que es amado antes de haber nacido.
Este descubrimiento ratifica asimismo la importancia de las caricias después del parto, ya que la red nerviosa que interpreta las caricias es el único contacto táctil que el bebé tiene con el exterior durante un tiempo después del nacimiento.
Fuente: tendencias21.net
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