En la investigación, cuyas conclusiones publica en su último número la revista 'Science', los científicos recrearon un procedimiento quirúrgico en vivo en el que las fibras del dolor fueron estimuladas bajo condiciones controladas.
"Aunque la anestesia profunda previene cualquier sensación de dolor, hemos sido capaces de reservar la potenciación sináptica en la médula espinal a largo plazo", según ha explicado el doctor Jurgen Sandk~hler, lo que ha servido para observar como existe una huella de memoria para el dolor "pese a la anestesia".
En cambio, explica, una dosis elevada de opiáceos administrada por vía intravenosa durante una hora fue capaz de resolver esta potenciación por completo y "la huella de la memoria se volvió a borrar de nuevo".
La citada huella, como la han llamado, está desencadenada por una variedad de mecanismos, incluyendo la potenciación de la transmisión de señales en los puntos de contacto (sinapsis) entre las células nerviosas, lo que se conoce como potenciación sináptica a largo plazo.
Esta memoria del dolor puede dar lugar a una amplificación de la sensación de dolor, con una duración mucho más larga de la que causa el dolor real, lo que hace que se llegue a una situación de dolor crónico.
Tras este hallazgo, los investigadores quieren ver qué aplicaciones clínicas puede tener, para lo que han comenzado a administrar a pacientes con dolor crónico altas dosis de un opiáceo durante periodos de 60 minutos.
"Si nuestro enfoque resulta ser eficaz en las condiciones clínicas, esto anuncia un cambio de paradigma en el tratamiento del dolor", explica este experto.
De hecho, esto significaría "alejarse de la terapia temporal" para centrarse en una "eliminación a largo plazo de la causa del dolor".
Fuente: larazon.es
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