La enfermedad del legionario o legionelosis es una infección bacteriana causada por la 'Legionella pneumophila'. Su nombre deriva del primer brote descrito en 1976 entre los participantes de una convención de la Legión Americana. Unos meses después, se describió por primera vez dicha bacteria y se relacionó con infecciones pulmonares (neumonías) y cuadros febriles, ocasionalmente epidémicos.
Los casos se producen sobre todo en verano y al inicio del otoño, aunque pueden tener lugar en cualquier época del año. La forma de presentación más frecuente es la neumonía, denominada 'atípica' por tener una presentación algo diferente a la habitual. Suele presentarse como un cuadro de fiebre, escalofríos y tos, que aparecen entre dos y 14 días después del contagio. Algunos enfermos tienen dolores musculares y de cabeza y también pueden aparecer síntomas gastrointestinales como náuseas o vómitos. La mortalidad del cuadro sin tratamiento adecuado (antibióticos) puede ser elevada.
También puede aparecer un cuadro denominado 'Fiebre de Pontiac', que se desarrolla con fiebre, dolor de cabeza y dolores musculares, sin neumonía. Se trata de un cuadro generalmente leve, y que cura incluso sin tratamiento específico.
La bacteria se encuentra en el ambiente, generalmente en el agua. En el agua templada es donde mejor crece, especialmente en tanques de agua, tuberías y cañerías del aire acondicionado en edificios de gran tamaño. No parece que en los sistemas de aire acondicionado de los coches pueda haber crecimiento del germen.
La transmisión de la enfermedad se hace por vía aérea. Es necesario inhalar el germen que el aire transporta dentro de pequeñas gotitas de agua. Dichas gotas se producen en las torres de refrigeración y aparatos de enfriamiento evaporativo. En el caso de las torres de refrigeración, las gotitas son expulsadas al exterior con la corriente de aire caliente, y pueden desplazarse algunos metros, donde pueden contagiar a la gente. Se consideran instalaciones de riesgo para legionelosis todas aquellas que tengan condiciones de anidamiento adecuado, sobre todo por tener agua estancada o retenida a temperatura de 24-45º, y especialmente si hay suciedad, y que den lugar a aerosoles que puedan ser inhalados por otras personas. Por ello hay que hacer controles en estas torres de refrigeración y en sistemas de distribución de agua caliente sanitaria, baños de burbujas, etc.
No hay riesgo de contagio por consumir agua contaminada por la legionela. El diagnóstico se hace por el aislamiento de la bacteria en el esputo o sangre, o la identificación de una parte de la misma (antígeno) en la orina.
El tratamiento se hace con antibióticos tipo quinolonas, o macrólidos, entre otros. La respuesta a los mismos suele ser buena, aunque depende del estado del paciente, siendo peor la evolución en pacientes con defensas bajas o inmunodepresión.
Fuente: elmundo.es
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