Las personas con problemas de movilidad o parálisis con frecuencia necesitan un ascensor mecánico para la piscina o una rampa con una inclinación leve para llegar al agua. Sin esas adaptaciones, quedan marginados.
Ese es el motivo de que una orden del gobierno para hacer que esas piscinas sean accesibles para las personas con discapacidades se ha convertido en un improbable campo de batalla, en el que los grupos de derechos para los discapacitados se enfrentan con el sector hotelero.
Ambas partes están de acuerdo en un punto, que todo el mundo debería poder acceder a una piscina pública. En lo que no están de acuerdo es en qué es factible.
Mientras tanto, Ann Cody, ex atleta de pista y campo, dijo que ni siquiera lleva un traje de baño cuando sale de viaje. Cody quedó paralizada a los 16 años por una mielitis transversa, una rara enfermedad de la médula espinal, y es parapléjica. Como directora de políticas y alcance global de BlazeSports America, en Washington, D.C., viaja mucho y halla que incluso los hoteles con una orientación de negocios con frecuencia no tienen un acceso a la piscina mediante ascensor, comentó.
"Nadar en verano siempre ha sido una gran parte de mi vida, cultural y recreativamente. Las personas con discapacidades desean disfrutar de la piscina no solo para su salud y forma física, sino también de forma social", planteó Cody.
Por eso, la Asociación Estadounidense de Personas con Discapacidades (American Association of People with Disabilities, AAPD) insta a los hoteles a acelerar la implementación de las reglas de la Ley de los estadounidenses con discapacidades (ADA) que estipulan que todas las piscinas públicas, piscinas infantiles y spas sean accesibles para las personas con discapacidades para el 31 de enero de 2013.
Las reglas sobre las piscinas accesibles, publicadas por la División de Derechos Civiles del Departamento de Justicia de EE. UU. en 2010, fueron actualizadas en mayo de 2012 en respuesta a información del sector hotelero sobre los desafíos a los que se enfrentan en la implementación. Los requerimientos obligan a que las áreas públicas de natación (lo que incluye los hoteles, los moteles, los centros recreativos, los clubes públicos de golf, los parques acuáticos y los gimnasios) sean adaptadas para hacerlas accesibles para las personas con discapacidades, y que las piscinas recién construidas sean diseñadas para proveer a los discapacitados la misma independencia, facilidad y conveniencia experimentadas por las personas sin discapacidades.
Las piscinas más pequeñas solo tienen que tener un medio de entrada, ya sea un elevador o una pendiente como alternativa a las escaleras. Las piscinas grandes (de más de 91 metros o 300 pies) deben tener dos entradas accesibles, y al menos una debe ser una entrada en pendiente o un elevador de piscina.
Hay excepciones para las áreas en que hay spas múltiples o lugares con zonas de agua parecidas a ríos y piscinas con fondo de arena.
Las dos partes no están de acuerdo sobre si algunas de las regulaciones son factibles, ni en qué tan rápidamente se pueden implementar los cambios. Uno de los mayores problemas bajo debate es el tema de los elevadores fijos versus los portátiles.
Helena Berger, vicepresidenta ejecutiva y directora de operaciones de la AAPD, señaló que su organización plantea elevadores permanentes en lugar de los modelos portátiles porque tienden a ser más fáciles de usar y más fácilmente accesibles. Pero los elevadores fijos, que cuestan unos 8,000 dólares por unidad, pueden requerir de espacio adicional cerca de la piscina, y a veces hay que romper el concreto y colocar conductos eléctricos.
Berger considera que se trata de un costo manejable. "Piensen en todo el dinero que los hoteles gastan en televisores de pantalla plana", planteó. "Desde un punto de vista monetario, para muchos de estos hoteles no sería difícil comprar los elevadores fijos y realizar las demás adaptaciones".
Pero Marlene Colucci, vicepresidenta ejecutiva de la Asociación Americana de Hoteles y Hostelería (American Hotel and Lodging Association, AHLA), en Washington, D.C., señaló que aunque el sector hotelero está comprometido con la implementación de las recomendaciones, muchos hoteles, tanto grandes como pequeños, se enfrentan a problemas. "Nuestro sector realmente desea acomodar a los huéspedes, y hacerlo es lo más conveniente para nosotros, pero deseamos proveer un acceso seguro para todos".
Planteó que hay tanta variabilidad en el tamaño de las áreas de piscina, sobre todo en los hoteles más pequeños y más antiguos, que el sector hotelero necesita cierta flexibilidad dentro de las reglas federales.
"Pedimos al gobierno federal que aborde esto de forma equilibrada", señaló. "Por ejemplo, se debería poder compartir un elevador entre dos cuerpos de agua en la misma área".
Y dado que las nuevas reglas afectan a 320,000 piscinas, Colucci dijo que a la AHLA le preocupa que la demanda de ascensores exceda las existencias actuales.
Al sector también le preocupa la mayor responsabilidad legal asociada con hacer que los elevadores de las piscinas estén permanentemente disponibles cuando no haya salvavidas presentes. Colucci advirtió que los elevadores hidráulicos se pueden mover con rapidez, y potencialmente provocar lesiones.
Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare
Fuentes: Ann Cody, director of policy and global outreach, BlazeSports America, Washington D.C.; Helena Berger, executive vice president and chief operating officer, American Association of People with Disabilities, Washington, D.C.; Marlene Colucci, executive vice president for policy, American Hotel and Lodging Association, Washington, D.C.
No hay comentarios:
Publicar un comentario