Un estudio observa cambios tempranos relacionados con la edad en el ADN en los expuestos a conductas abusivas.
Los niños que son víctimas de acoso y violencia tienen desgaste en el ADN que se asocia normalmente con el envejecimiento, muestra un estudio reciente.
Halló que el estrés relacionado con la violencia en los niños afecta a los telómeros, unas secuencias especiales del ADN que se hallan en las puntas de los cromosomas. Los telómeros, que evitan que el ADN se deshaga, se acortan cada vez que las células se dividen, lo que limita el número de veces que las células pueden dividirse.
Unos telómeros más cortos se han relacionado con una peor supervivencia y enfermedades crónicas.
Investigaciones anteriores han mostrado que fumar, la obesidad, los trastornos de salud mental y el estrés podrían acelerar el proceso de la pérdida de los telómeros. Esto sugiere que la longitud de los telómeros podría reflejar la edad biológica de una persona además de su edad cronológica.
En este estudio, investigadores de la Universidad de Duke analizaron datos de un estudio británico que dio seguimiento a 1,100 familias con gemelos, desde el nacimiento de los gemelos en la década de los 90. Las muestras de ADN se recolectaron cuando los niños tenían 5 y 10 años de edad.
El equipo de la Duke halló que los niños con antecedentes de dos o más tipos de exposición a la violencia (como violencia doméstica, acoso frecuente o abuso físico de parte de un adulto) tenían significativamente más pérdida en los telómeros que otros niños.
El estudio aparece en la edición del 25 de abril de la revista Molecular Psychiatry.
"Esta es la primera vez que se ha mostrado que nuestros telómeros pueden recortarse a una tasa más rápida a una edad verdaderamente temprana, mientras los niños aún experimentan estrés", apuntó en un comunicado de prensa de la Universidad de Duke Idan Shalev, investigador postdoctoral en psicología y neurociencia del Instituto de Ciencias y Políticas Genómicas de la universidad.
Los hallazgos sugieren que proteger a los niños del daño podría beneficiar su salud a largo plazo.
"Más vale prevenir que lamentar", enfatizó en el comunicado de prensa la colíder del estudio Terrie Moffitt, profesora de psicología y neurociencias. "Parte de los miles de millones de dólares gastados en enfermedades del envejecimiento, como la diabetes, la enfermedad cardiaca y la demencia, podrían invertirse mejor en proteger a los niños del daño".
Fuente: Duke University, news release, April 24, 2012
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