¿Está lleno de arrepentimiento sobre las oportunidades que perdió? Quizás sea mejor dejarlas ir. Un estudio reciente sugiere que poder olvidarse del arrepentimiento podría contribuir a una vida más feliz años más tarde.
Investigadores del Centro Médico Universitario de Hamburgo-Eppendorf, en Alemania, examinaron el arrepentimiento en personas en la veintena y entre los 60 y los 69 para ver en qué forma afectaba su salud emocional.
"El arrepentimiento es una potente energía mental que puede ser su mejor amigo o su peor enemigo. Se puede aprovechar para mejorar el futuro cuando se aprende de él, pero si deja que crezca en su interior, es destructivo tanto para un envejecimiento saludable como para la resiliencia emocional", aseguró el Dr. Murali Doraiswamy, profesor y director de la división de psiquiatría biológica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Duke. Doraiswamy no participó en la investigación.
En el estudio, que aparece en la edición del 19 de abril de la revista Science, participaron tres grupos: 21 adultos jóvenes sanos (entre 20 y 29), 20 adultos mayores deprimidos y 20 adultos mayores saludables (entre los 60 y los 69 años de edad).
Se pidió a los participantes del estudio que realizaran unas pruebas basadas en juegos en una computadora. En las pruebas, se les invitó a abrir una serie de cajas. Algunas contenían dinero, presentado como oro, mientras que otras revelaban una imagen caricaturesca de un demonio. Tras abrir cada caja, se les permitió decidir si deseaban avanzar al final del juego, o seguir intentando obtener más dinero. Pero si el demonio aparecía, el juego terminaba y el jugador perdía todo el dinero que había ganado hasta ese momento. Al final de cada ronda, todas las cajas se abrían para mostrar qué tanto podría haber jugado el participante sin perder.
Mientras jugaban 80 rondas del juego, los participantes también se sometieron a IRM funcional (IRMF) del cerebro. Esto permitió a los científicos monitorizar la actividad cerebral en los tres grupos.
Los investigadores anotaron que durante los juegos, cuando los adultos jóvenes y los adultos mayores deprimidos se daban cuenta de que habían perdido oportunidades de ganar más dinero antes, era más probable que se arriesgaran más en juegos posteriores. Pero los resultados iniciales del juego no parecieron afectar la conducta posterior de los adultos mayores sanos.
En las IRMF, los investigadores observaron una actividad cerebral similar entre el grupo de jóvenes y de mayores deprimidos en dos regiones del cerebro: el estriato ventral, que tiene que ver con los sentimientos de arrepentimiento, y la corteza cingulada anterior, que se relaciona con la regulación emocional. Las IRMF indicaron que los adultos mayores sanos experimentaban menos arrepentimiento y eran capaces de regular sus sentimientos con mayor eficacia.
Stefanie Brassen, autora del estudio, y colegas, también notaron cambios en pruebas de la piel y en la tasa cardiaca en los jóvenes y en los mayores deprimidos, pero no en los jugadores mayores sanos, cuando pasaban por alto oportunidades en el juego. Los autores concluyeron que los resultados del estudio sugieren que los adultos mayores sanos podrían ser mejores en recordarse a sí mismos que los resultados son un asunto del azar, mientras que los mayores deprimidos podrían culparse a sí mismos.
Doraiswamy señaló que el estudio provee un vistazo sobre cómo funciona ese proceso a nivel neuronal. "Pero se trata de un estudio preliminar debido a su pequeña muestra y a la incertidumbre sobre si los juegos de laboratorio realmente reflejan la forma en que estos individuos se comportarían en situaciones de pérdida o ganancia en la vida real", apuntó.
Añadió que los patrones cerebrales observados en los participantes deprimidos, si son confirmados en estudios de mayor tamaño, podrían potencialmente identificar a personas que sean vulnerables a la depresión a una edad avanzada y que necesiten consejería.
El Dr. Gary Small, director del Centro de Longevidad de la Universidad de California, en Los Ángeles, también hizo un comentario sobre el estudio.
"Los resultados ciertamente concuerdan con las observaciones clínicas de que a medida que las personas envejecen, adquieren una perspectiva que les hace que sean más comprensivos consigo mismos", señaló Small.
"Estoy de acuerdo con el punto de los autores de que podemos cambiar las actitudes negativas por unas que sean más positivas y adaptativas", añadió. "Los resultados de las IRMF también respaldan su interpretación al especificar regiones cerebrales que se sabe controlan esas experiencias mentales. Aunque la personalidad o el carácter de un individuo hasta cierto punto fomentan las actitudes, no están grabadas en piedra".
Small aseguró que el estudio también sugiere que los jóvenes podrían beneficiarse de aprender parte de la sabiduría que da la vejez.
Doraiswamy y colegas publicaron un artículo hace unos meses que mostró que los actos positivos (como dejar ir, perdonar y ser agradecido) podrían revertir las disfunciones cerebrales que subyacen al arrepentimiento. "Podrían resultar potentes como terapias para fomentar el bienestar emocional y tratar la depresión", comentó.
Fuentes: Murali Doraiswamy, M.D., head, division of biological psychiatry, department of psychiatry & and behavioral sciences, Duke School of Medicine, Durham, N.C.; Gary Small, M.D., director, Longevity Center, and director, geriatric psychiatry division, Semel Institute for Neuroscience and Human Behavior, University of California, Los Angeles; April 19, 2012, Science
Investigadores del Centro Médico Universitario de Hamburgo-Eppendorf, en Alemania, examinaron el arrepentimiento en personas en la veintena y entre los 60 y los 69 para ver en qué forma afectaba su salud emocional.
"El arrepentimiento es una potente energía mental que puede ser su mejor amigo o su peor enemigo. Se puede aprovechar para mejorar el futuro cuando se aprende de él, pero si deja que crezca en su interior, es destructivo tanto para un envejecimiento saludable como para la resiliencia emocional", aseguró el Dr. Murali Doraiswamy, profesor y director de la división de psiquiatría biológica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Duke. Doraiswamy no participó en la investigación.
En el estudio, que aparece en la edición del 19 de abril de la revista Science, participaron tres grupos: 21 adultos jóvenes sanos (entre 20 y 29), 20 adultos mayores deprimidos y 20 adultos mayores saludables (entre los 60 y los 69 años de edad).
Se pidió a los participantes del estudio que realizaran unas pruebas basadas en juegos en una computadora. En las pruebas, se les invitó a abrir una serie de cajas. Algunas contenían dinero, presentado como oro, mientras que otras revelaban una imagen caricaturesca de un demonio. Tras abrir cada caja, se les permitió decidir si deseaban avanzar al final del juego, o seguir intentando obtener más dinero. Pero si el demonio aparecía, el juego terminaba y el jugador perdía todo el dinero que había ganado hasta ese momento. Al final de cada ronda, todas las cajas se abrían para mostrar qué tanto podría haber jugado el participante sin perder.
Mientras jugaban 80 rondas del juego, los participantes también se sometieron a IRM funcional (IRMF) del cerebro. Esto permitió a los científicos monitorizar la actividad cerebral en los tres grupos.
Los investigadores anotaron que durante los juegos, cuando los adultos jóvenes y los adultos mayores deprimidos se daban cuenta de que habían perdido oportunidades de ganar más dinero antes, era más probable que se arriesgaran más en juegos posteriores. Pero los resultados iniciales del juego no parecieron afectar la conducta posterior de los adultos mayores sanos.
En las IRMF, los investigadores observaron una actividad cerebral similar entre el grupo de jóvenes y de mayores deprimidos en dos regiones del cerebro: el estriato ventral, que tiene que ver con los sentimientos de arrepentimiento, y la corteza cingulada anterior, que se relaciona con la regulación emocional. Las IRMF indicaron que los adultos mayores sanos experimentaban menos arrepentimiento y eran capaces de regular sus sentimientos con mayor eficacia.
Stefanie Brassen, autora del estudio, y colegas, también notaron cambios en pruebas de la piel y en la tasa cardiaca en los jóvenes y en los mayores deprimidos, pero no en los jugadores mayores sanos, cuando pasaban por alto oportunidades en el juego. Los autores concluyeron que los resultados del estudio sugieren que los adultos mayores sanos podrían ser mejores en recordarse a sí mismos que los resultados son un asunto del azar, mientras que los mayores deprimidos podrían culparse a sí mismos.
Doraiswamy señaló que el estudio provee un vistazo sobre cómo funciona ese proceso a nivel neuronal. "Pero se trata de un estudio preliminar debido a su pequeña muestra y a la incertidumbre sobre si los juegos de laboratorio realmente reflejan la forma en que estos individuos se comportarían en situaciones de pérdida o ganancia en la vida real", apuntó.
Añadió que los patrones cerebrales observados en los participantes deprimidos, si son confirmados en estudios de mayor tamaño, podrían potencialmente identificar a personas que sean vulnerables a la depresión a una edad avanzada y que necesiten consejería.
El Dr. Gary Small, director del Centro de Longevidad de la Universidad de California, en Los Ángeles, también hizo un comentario sobre el estudio.
"Los resultados ciertamente concuerdan con las observaciones clínicas de que a medida que las personas envejecen, adquieren una perspectiva que les hace que sean más comprensivos consigo mismos", señaló Small.
"Estoy de acuerdo con el punto de los autores de que podemos cambiar las actitudes negativas por unas que sean más positivas y adaptativas", añadió. "Los resultados de las IRMF también respaldan su interpretación al especificar regiones cerebrales que se sabe controlan esas experiencias mentales. Aunque la personalidad o el carácter de un individuo hasta cierto punto fomentan las actitudes, no están grabadas en piedra".
Small aseguró que el estudio también sugiere que los jóvenes podrían beneficiarse de aprender parte de la sabiduría que da la vejez.
Doraiswamy y colegas publicaron un artículo hace unos meses que mostró que los actos positivos (como dejar ir, perdonar y ser agradecido) podrían revertir las disfunciones cerebrales que subyacen al arrepentimiento. "Podrían resultar potentes como terapias para fomentar el bienestar emocional y tratar la depresión", comentó.
Fuentes: Murali Doraiswamy, M.D., head, division of biological psychiatry, department of psychiatry & and behavioral sciences, Duke School of Medicine, Durham, N.C.; Gary Small, M.D., director, Longevity Center, and director, geriatric psychiatry division, Semel Institute for Neuroscience and Human Behavior, University of California, Los Angeles; April 19, 2012, Science
No hay comentarios:
Publicar un comentario