Una de las pruebas más contundentes de que los trastornos del espectro autista (TEA) tienen una base genética es la desproporción entre el número de niños y niñas afectadas.
Si la causa fuese ambiental, lo lógico es que afectase por igual a ambos sexos aunque también se podría contrargumentar que puede haber una distinta susceptibilidad en el cerebro de un niño frente al de una niña. Se ha encontrado, por ejemplo, altos niveles de testosterona en niñas muy pequeñas afectadas de un TEA. Se dice que esto les privaría de características que las niñas tienen más desarrolladas como la empatía o la habilidad para entender relaciones sociales complejas pero también de características más típicas de los chicos como la habilidad para resolver problemas. Ambos aspectos son característicos de un TEA. También se ha visto que los cerebros de niños afectados por autismo, en especial los que experimentan un autismo regresivo, tienen mayor tamaño que los de las niñas.
El que estemos acostumbrados a que sea un problema de niños tiene un grave riesgo: que una parte de las niñas queden sin diagnosticar y también que no nos fijemos en que el TEA se manifiesta de manera distinta en los chicos que en las chicas. Estas diferencias no son muy tomadas en cuenta y son importantes a la hora del diagnóstico y el tratamiento.
El último estudio de los CDC indicaba que la proporción de TEA entre niños y niñas es 5 a 1. Es más asimétrico de lo que se consideraba hasta ahora donde muchas publicaciones hablan de 2, 3, o 4 a 1.
En realidad no sabemos todavía porque el TEA se presenta más en los niños que en las niñas pero es algo que sucede también con otros trastornos del desarrollo que se manifiestan en la infancia temprana tales como las discapacidades para el aprendizaje o el trastorno en el déficit de atención. Por el contrario, las niñas parecen estar comparativamente más afectadas por trastornos que empiezan tras la pubertad tales como la depresión o la ansiedad.
¿Por qué hay más niños con TEA que niñas?
La explicación más usada es que algún gen ligado al cromosoma X debía estar mutado e implicado en el autismo y al ser los chicos XY tienen solo una copia mientras que las niñas al ser XX tendrían dos copias y sería mucho más raro tener dos copias dañadas del mismo gen.
Otra línea de pensamiento es que haya algo en las niñas que las proteja de desarrollar un TEA y otros trastornos del desarrollo. Entre qué cosas podría ser ese “algo” se ha pensado en los niveles de hormonas en el útero materno, en factores ambientales que hagan que los genes de susceptibilidad al autismo se apaguen o se enciendan durante el desarrollo temprano o el hecho de que las niñas tienen más habilidades sociales que los niños por lo que haría falta una mayor “dosis” de sea lo que sea lo que cause un TEA para que se alcance un nivel que implique tener una discapacidad. Es posible también que una parte de las niñas con rasgos de autismo en edades tempranas mejoren con los años y escapen a la detección a los ocho años que es la que se usaba en el estudio del CDC. A veces, tengo la sensación de que para los padres tiene que ser frustrante que los investigadores tengamos más preguntas que certezas pero ojalá comprendan que ese es el camino para tener en unos años más respuestas.
Sea cual sea la razón para la menor presencia de TEA en niñas, el caso es que la desproporción entre niños y niñas es quizá el dato más consistente en el estudio del autismo y quizá también el menos entendido. La esperanza es que si existieran esos factores protectores y los pudiéramos identificar y entender podrían marcar una nueva línea hacia nuevos tratamientos e intervenciones que pudieran utilizar esos factores y conseguir una mejora sustancial en el largo plazo.
¿En qué se diferencian las características de un TEA entre niños y niñas?
En general, las niñas con un TEA tienen mayor discapacidad para el aprendizaje y más problemas con la escolarización que los niños. Según el grado de discapacidad intelectual aumenta, la proporción de TEA entre niños y niñas se acerca a 1:1. Del mismo modo, parece que si estudiamos solamente personas con autismo de alto funcionamiento la proporción niños:niñas puede ser muy superior al 5 a 1 que ya nos parece llamativo.
Muchas niñas afectadas por un TEA tienen mejores habilidades sociales que niños comparables lo que hace que sea aún más posible que no sean diagnosticadas. Parece que alguno de los síntomas del TEA en niñas son etiquetados como una timidez extrema o crisis de ansiedad enmascarando que realmente lo que tienen es una discapacidad en sus relaciones sociales.
Tanto niños como niñas con un TEA suelen tener un tema obsesivo, un interés recurrente pero las niñas tienden a fijarse en sujetos como ponis, princesas, muñecas o dibujos que son pasiones muy comunes entre las niñas normotípicas. Los niños, por su parte, pueden centrarse en actividades menos habituales como poner en fila bloques de construcciones o dejar pasar arena entre sus dedos, que llaman más la atención y encienden antes luces de alarma. El resultado nuevamente es que aunque los padres les señalen su preocupación, algunos médicos puedan pensar que en el caso de las niñas no es un síntoma sino que lleva a un extremo un hobbie normal y no es algo que deba tratarse como un posible TEA.
Las chicas con autismo tienen menos comportamientos repetitivos como mecerse, girar o aletear.
Las chicas son menos sensibles a las entradas sensoriales fuertes que los chicos, es más rara en ellas la presencia de una hipersensibilidad sensorial.
Es también diferente la manera en que niños y niñas viven su discapacidad en los años de la escuela. Un niño o niña con autismo puede ser la diana de la crueldad de sus compañeros, pero se ha visto que las niñas con TEA son menos acosadas, tanto en frecuencia como en intensidad, que los niños. Parece que se mezclan más con el grupo general y sus características les hacen ser menos la diana de sus compañeros que en el caso de los niños donde la pertenencia al grupo, la competitividad, hace que el diferente, sea en lo que sea la diferencia, se convierta a menudo en la víctima.
Cuánto más sepamos sobre las diferencias entre niños y niñas con TEA, más sabremos sobre el autismo y sus manifestaciones. Es posible que nos estemos perdiendo parte de la historia porque la mayoría de las investigaciones se hacen utilizando niños únicamente por razones obvias, es más fácil juntar un grupo homogéneo. Es importante que no lo dejemos porque parece muy probable que estemos diagnosticando a un grupo significativo de niñas tarde o nunca y estas niñas estén perdiendo las mejoras que una intervención temprana puede lograr en su calidad de vida actual y en su desarrollo futuro. “No man left behind” es un lema de los Rangers y significa algo así “Nunca dejes atrás a uno de los tuyos” pero es perfectamente aplicable aquí.
El que estemos acostumbrados a que sea un problema de niños tiene un grave riesgo: que una parte de las niñas queden sin diagnosticar y también que no nos fijemos en que el TEA se manifiesta de manera distinta en los chicos que en las chicas. Estas diferencias no son muy tomadas en cuenta y son importantes a la hora del diagnóstico y el tratamiento.
El último estudio de los CDC indicaba que la proporción de TEA entre niños y niñas es 5 a 1. Es más asimétrico de lo que se consideraba hasta ahora donde muchas publicaciones hablan de 2, 3, o 4 a 1.
En realidad no sabemos todavía porque el TEA se presenta más en los niños que en las niñas pero es algo que sucede también con otros trastornos del desarrollo que se manifiestan en la infancia temprana tales como las discapacidades para el aprendizaje o el trastorno en el déficit de atención. Por el contrario, las niñas parecen estar comparativamente más afectadas por trastornos que empiezan tras la pubertad tales como la depresión o la ansiedad.
¿Por qué hay más niños con TEA que niñas?
La explicación más usada es que algún gen ligado al cromosoma X debía estar mutado e implicado en el autismo y al ser los chicos XY tienen solo una copia mientras que las niñas al ser XX tendrían dos copias y sería mucho más raro tener dos copias dañadas del mismo gen.
Otra línea de pensamiento es que haya algo en las niñas que las proteja de desarrollar un TEA y otros trastornos del desarrollo. Entre qué cosas podría ser ese “algo” se ha pensado en los niveles de hormonas en el útero materno, en factores ambientales que hagan que los genes de susceptibilidad al autismo se apaguen o se enciendan durante el desarrollo temprano o el hecho de que las niñas tienen más habilidades sociales que los niños por lo que haría falta una mayor “dosis” de sea lo que sea lo que cause un TEA para que se alcance un nivel que implique tener una discapacidad. Es posible también que una parte de las niñas con rasgos de autismo en edades tempranas mejoren con los años y escapen a la detección a los ocho años que es la que se usaba en el estudio del CDC. A veces, tengo la sensación de que para los padres tiene que ser frustrante que los investigadores tengamos más preguntas que certezas pero ojalá comprendan que ese es el camino para tener en unos años más respuestas.
Sea cual sea la razón para la menor presencia de TEA en niñas, el caso es que la desproporción entre niños y niñas es quizá el dato más consistente en el estudio del autismo y quizá también el menos entendido. La esperanza es que si existieran esos factores protectores y los pudiéramos identificar y entender podrían marcar una nueva línea hacia nuevos tratamientos e intervenciones que pudieran utilizar esos factores y conseguir una mejora sustancial en el largo plazo.
¿En qué se diferencian las características de un TEA entre niños y niñas?
En general, las niñas con un TEA tienen mayor discapacidad para el aprendizaje y más problemas con la escolarización que los niños. Según el grado de discapacidad intelectual aumenta, la proporción de TEA entre niños y niñas se acerca a 1:1. Del mismo modo, parece que si estudiamos solamente personas con autismo de alto funcionamiento la proporción niños:niñas puede ser muy superior al 5 a 1 que ya nos parece llamativo.
Muchas niñas afectadas por un TEA tienen mejores habilidades sociales que niños comparables lo que hace que sea aún más posible que no sean diagnosticadas. Parece que alguno de los síntomas del TEA en niñas son etiquetados como una timidez extrema o crisis de ansiedad enmascarando que realmente lo que tienen es una discapacidad en sus relaciones sociales.
Tanto niños como niñas con un TEA suelen tener un tema obsesivo, un interés recurrente pero las niñas tienden a fijarse en sujetos como ponis, princesas, muñecas o dibujos que son pasiones muy comunes entre las niñas normotípicas. Los niños, por su parte, pueden centrarse en actividades menos habituales como poner en fila bloques de construcciones o dejar pasar arena entre sus dedos, que llaman más la atención y encienden antes luces de alarma. El resultado nuevamente es que aunque los padres les señalen su preocupación, algunos médicos puedan pensar que en el caso de las niñas no es un síntoma sino que lleva a un extremo un hobbie normal y no es algo que deba tratarse como un posible TEA.
Las chicas con autismo tienen menos comportamientos repetitivos como mecerse, girar o aletear.
Las chicas son menos sensibles a las entradas sensoriales fuertes que los chicos, es más rara en ellas la presencia de una hipersensibilidad sensorial.
Es también diferente la manera en que niños y niñas viven su discapacidad en los años de la escuela. Un niño o niña con autismo puede ser la diana de la crueldad de sus compañeros, pero se ha visto que las niñas con TEA son menos acosadas, tanto en frecuencia como en intensidad, que los niños. Parece que se mezclan más con el grupo general y sus características les hacen ser menos la diana de sus compañeros que en el caso de los niños donde la pertenencia al grupo, la competitividad, hace que el diferente, sea en lo que sea la diferencia, se convierta a menudo en la víctima.
Cuánto más sepamos sobre las diferencias entre niños y niñas con TEA, más sabremos sobre el autismo y sus manifestaciones. Es posible que nos estemos perdiendo parte de la historia porque la mayoría de las investigaciones se hacen utilizando niños únicamente por razones obvias, es más fácil juntar un grupo homogéneo. Es importante que no lo dejemos porque parece muy probable que estemos diagnosticando a un grupo significativo de niñas tarde o nunca y estas niñas estén perdiendo las mejoras que una intervención temprana puede lograr en su calidad de vida actual y en su desarrollo futuro. “No man left behind” es un lema de los Rangers y significa algo así “Nunca dejes atrás a uno de los tuyos” pero es perfectamente aplicable aquí.
Fuente: autismodiario.com
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