Los profesionales que trabajan con los niños con autismo están convencidos de que la inclusión educativa es la clave para fomentar su autonomía y que esta discapacidad ya no sea invisible en las aulas, como ocurre en algunos colegios ordinarios donde comparten clase con otros escolares.
Hoy muchos de ellos, aunque no vayan al colegio, celebrarán el Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo, un transtorno del desarrollo que afecta a la comunicación y a la interacción social y está caracterizado por patrones de comportamiento repetitivos y estereotipados.
La inclusión educativa es la apuesta "de futuro" para estos niños con transtornos del espectro del autismo porque "estarán más integrados en la sociedad si están más presente en ella y en su entorno", según Mar Merinero, psicóloga y directora técnica de Aleph-Tea, una asociación creada hace diez años en Madrid por un grupo de familias con hijos con esta discapacidad.
En esta asociación participan profesionales especializados en autismo, como Merino, que apoyan y acompañan a estos niños en las llamadas "aulas estables", ubicadas en colegios ordinarios y en las que los niños siguen recibiendo sus clases normalmente, aunque comparten algunas asignaturas con los demás escolares que no tienen esta patología.
"Pueden compartir lengua, matemáticas, conocimiento del medio, música, religión, plástica y gimnasia. Por ahora, es donde estamos incluidos. Pueden hacer los mismos ejercicios, pero con su profesor de apoyo, o sino se lo adaptamos, pero físicamente están todos juntos, comparten el mismo espacio", detalla Merinero.
De momento cuentan con cuatro "aulas estables" en otros tantos colegios concertados de Madrid a los que acuden en total 18 niños. Cada aula tiene dos profesores fijos y a ellas se desplaza una vez a la semana un psicólogo y un logopeda y en ocasiones un fisioterapeuta.
Son los primeros que pusieron en marcha esta experiencia en Madrid, que no obstante ya se desarrollaba en Baleares, Palma de Mallorca y el País Vasco y de momento los resultados son "muy gratificantes" porque, según dice Merinero, se puede apreciar como estos niños "disfrutan estando con sus compañeros y cómo éstos también aprenden a como relacionarse con ellos".
"La realidad que comparten -prosigue- es la misma y por eso queremos que compartan colegio, autobús, etc, porque el mundo es el mismo, pero lo único diferente es la forma de entenderlo. Eso lo que hay que acercar, y la forma de hacerlo es que se conozcan".
El objetivo es acercar esta discapacidad al mundo para que "se entienda mejor" y los niños que no la sufren la acogen "con mucha naturalidad, con más que lo hacemos los adultos bastantes veces".
"Cuando tu les explicas por qué puede gritar un niño con autismo o puede hacer cualquier cosa que no sea socialmente adaptada, ellos entienden con muchísima naturalidad que esa es su forma de expresión y que hay que enseñarle a expresarlo de otra manera", añade.
Unas conductas que suelen aparecer por la falta de habilidad de comunicación y por no entender la situación en sí, según estos profesionales, que aseguran que el grado de autonomía de estos niños dependerá de las características de cada uno de ellos, de si tiene o no una discapacidad intelectual -se da en el 75% de los casos de autismo, según Merinero-, pero también del entorno que tenga.
Los apoyos y las oportunidades de integrarse con otros niños, de jugar y seguir las reglas les hace aprender a seguirlas y a comportarse de una forma adecuada.
Fuente: EFE Madrid
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