El folato "es crítico durante la gestación (...) y el primer año de vida, cuando el cerebro está desarrollando las conexiones y las funciones -opinó Edward Quadros, del Centro Médico Downstate de SUNY, Brooklyn, Nueva York, y que no participó del estudio-. "La deficiencia de folato altera una gran cantidad de funciones cerebrales". Sin embargo, aún se debate si existe una relación entre el ácido fólico y el autismo.
"Surgieron muchas hipótesis sobre si la fortificación de los alimentos con ácido fólico en Estados Unidos podrían haber aumentado la prevalencia de los trastornos del espectro autista", dijo Rebecca Schmidt, autora principal del estudio de University of California, Davis. "Cuando comenzamos a estudiarlo, los resultados podrían confirmarlo o no", dijo.
PRIMEROS MESES, LOS MAS IMPORTANTES
El equipo de Schmidt entrevistó a las madres de 429 preescolares con algún trastorno del espectro autista y de 278 niños con desarrollo normal. Las mujeres respondieron sobre la alimentación y el uso de suplementos durante el embarazo para poder determinar cuánto ácido fólico habían consumido por mes.
Durante el embarazo, las madres de los niños sin autismo habían consumido más ácido fólico a través de alimentos fortificados y vitaminas que el otro grupo.
Esa diferencia fue mayor en el primer mes de embarazo, cuando las madres de los niños con desarrollo normal habían ingerido unos 779 microgramos de ácido fólico por día y el 69 por ciento de ellas cumplía con las recomendaciones de consumo diario de la vitamina B.
En cambio, las madres de los niños autistas recordaron haber consumido unos 655 microgramos diarios y apenas el 54 por ciento habían ingerido los 600 microgramo o más por día.
Una porción de cereal fortificado (tres cuartos de taza) aporta 400 microgramos de ácido fólico. Media taza de lentejas o espinaca aporta entre 100 y 200 microgramos.
En el estudio, la relación entre el ácido fólico y el autismo se mantuvo aún tras considerar la edad, la etnia, el tabaquismo y el consumo de alcohol materno durante el embarazo.
El doctor Fernando Scaglia, de Baylor College of Medicine, Houston, Texas, consideró que se necesitan más estudio "para comprobar si estos resultados se pueden replicar".
Fuente: American Journal of Clinical Nutrition, online 30 de mayo del 2012
"Surgieron muchas hipótesis sobre si la fortificación de los alimentos con ácido fólico en Estados Unidos podrían haber aumentado la prevalencia de los trastornos del espectro autista", dijo Rebecca Schmidt, autora principal del estudio de University of California, Davis. "Cuando comenzamos a estudiarlo, los resultados podrían confirmarlo o no", dijo.
PRIMEROS MESES, LOS MAS IMPORTANTES
El equipo de Schmidt entrevistó a las madres de 429 preescolares con algún trastorno del espectro autista y de 278 niños con desarrollo normal. Las mujeres respondieron sobre la alimentación y el uso de suplementos durante el embarazo para poder determinar cuánto ácido fólico habían consumido por mes.
Durante el embarazo, las madres de los niños sin autismo habían consumido más ácido fólico a través de alimentos fortificados y vitaminas que el otro grupo.
Esa diferencia fue mayor en el primer mes de embarazo, cuando las madres de los niños con desarrollo normal habían ingerido unos 779 microgramos de ácido fólico por día y el 69 por ciento de ellas cumplía con las recomendaciones de consumo diario de la vitamina B.
En cambio, las madres de los niños autistas recordaron haber consumido unos 655 microgramos diarios y apenas el 54 por ciento habían ingerido los 600 microgramo o más por día.
Una porción de cereal fortificado (tres cuartos de taza) aporta 400 microgramos de ácido fólico. Media taza de lentejas o espinaca aporta entre 100 y 200 microgramos.
En el estudio, la relación entre el ácido fólico y el autismo se mantuvo aún tras considerar la edad, la etnia, el tabaquismo y el consumo de alcohol materno durante el embarazo.
El doctor Fernando Scaglia, de Baylor College of Medicine, Houston, Texas, consideró que se necesitan más estudio "para comprobar si estos resultados se pueden replicar".
Fuente: American Journal of Clinical Nutrition, online 30 de mayo del 2012
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