Así como respecto del autismo existe una tendencia a generarse una polémica respecto de si se trata de un problema o de seres con capacidades extraordinarias, también se está generando algo similar respecto de la dislexia. Por un lado, se la señala como una discapacidad que aporta dificultades en los diversos planos de relación (escuela, hogar, amigos, etc.); por el otro, se cree que son seres fuera de lo corriente. En todo caso, habrá que prestarles atención a las personas con esta problemática.
Introducción
Parece existir una tendencia en los últimos tiempos tributaria de aquel viejo refrán de “No hay mal que por bien no venga”, sobre todo referida a las personas con autismo.
Es cierto que la mejor manera de considerar a alguien que porta una discapacidad es desde sus capacidades, es decir, centrarse en aquello de lo que es capaz, estimularlas y potenciarlas, sin descuidar, por ello, los aspectos que requieren atención del tipo que sea. La conjunción de estos dos aspectos redunda en una mejora de la calidad de vida, no solo para la persona con discapacidad, sino también para los que lo rodean. Ser positivo sin extremismos siempre resulta mucho mejor que entrar en un negativismo destructivo.
Es cierto que la mejor manera de considerar a alguien que porta una discapacidad es desde sus capacidades, es decir, centrarse en aquello de lo que es capaz, estimularlas y potenciarlas, sin descuidar, por ello, los aspectos que requieren atención del tipo que sea. La conjunción de estos dos aspectos redunda en una mejora de la calidad de vida, no solo para la persona con discapacidad, sino también para los que lo rodean. Ser positivo sin extremismos siempre resulta mucho mejor que entrar en un negativismo destructivo.
Respecto de la Dislexia, también se está perfilando una cierta polémica acerca de si se trata de un impedimento o un don.
Si bien la pretensión de estas líneas no es aportar una dilucidación (y mucho menos definitiva) de la cuestión, quizá la explicitación de las teorías “tradicionales” y las “modernas”, por ponerles un nombre, nos permita reflexionar y posicionarnos. En todo caso, aunque tengamos una posición tomada respecto del tema, siempre es bueno escuchar los argumentos de las distintas posturas y llegar a nuestras propias conclusiones.
Qué es la dislexia, según la óptica más tradicional
La palabra que la denomina proviene del griego, y etimológicamente significa la incapacidad de emitir el habla. Pero en la actualidad se utiliza el término para los problemas que experimentan algunas personas respecto de la adquisición de la lecto-lectura. También se señala que, en realidad, las dificultades tienen que ver con la incorporación del lenguaje, en general.
Lo primero a señalar es que no existe una asociación entre ella y el coeficiente intelectual del individuo, el cual no presenta disminución alguna, es decir que no obedece a un problema de deficiencia mental.
Tampoco pueden encuadrarse dentro de este grupo los casos en que la dificultad proviene de alguna patología, ni aquellos otros que tienen que ver con factores culturales o emocionales, ni por lesiones cerebrales, así como tampoco los que son consecuencia de defectos de visión o de audición.
De acuerdo con distintas apreciaciones, entre el 5 y el 10% de los niños en edad escolar se hallan afectados, siendo mucho más frecuente en niños que en niñas.
La gravedad fluctúa entre algunos impedimentos menores hasta la imposibilidad de leer y/o escribir. En los casos más leves, se puede corregir en gran parte y hasta es posible que desaparezca, mientras que los más graves, aunque perfectibles, se acarrean durante toda la vida.
Hay una forma, la llamada madurativa, que es bastante usual y, como su nombre lo indica, desaparece por sí misma o con ayuda mínima cuando el niño madure.
Como nuestra cultura, aun en los tiempos de la computadora, y sobre todo la enseñanza, se basa fundamentalmente en estas habilidades, su padecimiento implica un problema serio, dado que el rendimiento escolar se verá afectado proporcionalmente respecto del grado de afectación. Además, influye también en la conducta en el aula, puesto que suele producir alumnos inhibidos o todo lo contrario, es decir, disruptivos. También, al menos hasta que se accede al diagnóstico, se suele tildar a estos niños como poco colaborativos y desatentos, como si mejorar fuera una cuestión de voluntad y no un problema que los afecta porque deben realizar un enorme esfuerzo por intentar paliar las dificultades específicas.
También pueden aparecer problemas asociados, tales como disgrafía (problemas en la concreción de la escritura: trazado, tamaño, etc.), disortografía (dificultades con el manejo de las reglas ortográficas), poca memoria de corto plazo, distorsión de la percepción del orden y la secuenciación, entre otros.
A su vez, en los ámbitos hogareños y de relación suelen acarrearse inconvenientes similares, puesto que es frecuente que se lo crea retrasado, poco interesado y problemático.
Respecto de sus causas, existen diversos factores de atribución, sin que exista consenso. Así, se citan desde factores hereditarios, causas genéticas, desórdenes neurológicos y problemas de orden cognitivo, entre muchos otros. Algunos postulan la unicidad y otros, por el contrario, abogan por la multicausalidad.
En lo que existe un cierto acuerdo es en que el cerebro humano, que está dividido en dos hemisferios (el derecho y el izquierdo), las capacidades relacionadas con la lecto-escritura se hallan sobre todo alojadas en la porción izquierda. Ello se corrobora con casos en que personas adultas, sin dificultad alguna de este tipo, al recibir algún daño en ese hemisferio, desarrollan formas de Dislexia.
Pero esta comprobación, lejos de cerrar la discusión, abre nuevas hipótesis: la ausencia de dominancia de dicho hemisferio conduciría a la instalación de los síntomas; o un retraso en la etapa de especialización durante la maduración; o el déficit o disfunción de dicha porción del cerebro; o las interferencias en la comunicación entre ambos hemisferios; y así se suceden diversas teorías.
En este somero repaso por la problemática de la Dislexia desde el punto de vista más habitual, más allá de los desacuerdos sobre los orígenes, queda claro que se trata de un problema discapacitante, que trae inconvenientes no solo durante la niñez y la adolescencia en cuanto a los aspectos educativos, sino que en muchos casos afectan toda la vida de una persona.
Desde esta perspectiva, todos los tratamientos se centran en lograr que el sujeto supere, en la medida de lo posible, sus limitaciones y que pueda incorporar el conocimiento de la manera estandarizada, además de una mayor inclusión social.
La dislexia como excepción
Si bien la pretensión de estas líneas no es aportar una dilucidación (y mucho menos definitiva) de la cuestión, quizá la explicitación de las teorías “tradicionales” y las “modernas”, por ponerles un nombre, nos permita reflexionar y posicionarnos. En todo caso, aunque tengamos una posición tomada respecto del tema, siempre es bueno escuchar los argumentos de las distintas posturas y llegar a nuestras propias conclusiones.
Qué es la dislexia, según la óptica más tradicional
La palabra que la denomina proviene del griego, y etimológicamente significa la incapacidad de emitir el habla. Pero en la actualidad se utiliza el término para los problemas que experimentan algunas personas respecto de la adquisición de la lecto-lectura. También se señala que, en realidad, las dificultades tienen que ver con la incorporación del lenguaje, en general.
Lo primero a señalar es que no existe una asociación entre ella y el coeficiente intelectual del individuo, el cual no presenta disminución alguna, es decir que no obedece a un problema de deficiencia mental.
Tampoco pueden encuadrarse dentro de este grupo los casos en que la dificultad proviene de alguna patología, ni aquellos otros que tienen que ver con factores culturales o emocionales, ni por lesiones cerebrales, así como tampoco los que son consecuencia de defectos de visión o de audición.
De acuerdo con distintas apreciaciones, entre el 5 y el 10% de los niños en edad escolar se hallan afectados, siendo mucho más frecuente en niños que en niñas.
La gravedad fluctúa entre algunos impedimentos menores hasta la imposibilidad de leer y/o escribir. En los casos más leves, se puede corregir en gran parte y hasta es posible que desaparezca, mientras que los más graves, aunque perfectibles, se acarrean durante toda la vida.
Hay una forma, la llamada madurativa, que es bastante usual y, como su nombre lo indica, desaparece por sí misma o con ayuda mínima cuando el niño madure.
Como nuestra cultura, aun en los tiempos de la computadora, y sobre todo la enseñanza, se basa fundamentalmente en estas habilidades, su padecimiento implica un problema serio, dado que el rendimiento escolar se verá afectado proporcionalmente respecto del grado de afectación. Además, influye también en la conducta en el aula, puesto que suele producir alumnos inhibidos o todo lo contrario, es decir, disruptivos. También, al menos hasta que se accede al diagnóstico, se suele tildar a estos niños como poco colaborativos y desatentos, como si mejorar fuera una cuestión de voluntad y no un problema que los afecta porque deben realizar un enorme esfuerzo por intentar paliar las dificultades específicas.
También pueden aparecer problemas asociados, tales como disgrafía (problemas en la concreción de la escritura: trazado, tamaño, etc.), disortografía (dificultades con el manejo de las reglas ortográficas), poca memoria de corto plazo, distorsión de la percepción del orden y la secuenciación, entre otros.
A su vez, en los ámbitos hogareños y de relación suelen acarrearse inconvenientes similares, puesto que es frecuente que se lo crea retrasado, poco interesado y problemático.
Respecto de sus causas, existen diversos factores de atribución, sin que exista consenso. Así, se citan desde factores hereditarios, causas genéticas, desórdenes neurológicos y problemas de orden cognitivo, entre muchos otros. Algunos postulan la unicidad y otros, por el contrario, abogan por la multicausalidad.
En lo que existe un cierto acuerdo es en que el cerebro humano, que está dividido en dos hemisferios (el derecho y el izquierdo), las capacidades relacionadas con la lecto-escritura se hallan sobre todo alojadas en la porción izquierda. Ello se corrobora con casos en que personas adultas, sin dificultad alguna de este tipo, al recibir algún daño en ese hemisferio, desarrollan formas de Dislexia.
Pero esta comprobación, lejos de cerrar la discusión, abre nuevas hipótesis: la ausencia de dominancia de dicho hemisferio conduciría a la instalación de los síntomas; o un retraso en la etapa de especialización durante la maduración; o el déficit o disfunción de dicha porción del cerebro; o las interferencias en la comunicación entre ambos hemisferios; y así se suceden diversas teorías.
En este somero repaso por la problemática de la Dislexia desde el punto de vista más habitual, más allá de los desacuerdos sobre los orígenes, queda claro que se trata de un problema discapacitante, que trae inconvenientes no solo durante la niñez y la adolescencia en cuanto a los aspectos educativos, sino que en muchos casos afectan toda la vida de una persona.
Desde esta perspectiva, todos los tratamientos se centran en lograr que el sujeto supere, en la medida de lo posible, sus limitaciones y que pueda incorporar el conocimiento de la manera estandarizada, además de una mayor inclusión social.
La dislexia como excepción
Situados en una posición diferente, existen aquellos que, como Ronald D. Davis, si bien no niegan que la Dislexia sea un problema, creen que las personas que la portan son seres excepcionales.
Basado en su propia experiencia, escribió un libro que se llama The Gift of Dislexia (que puede traducirse como El don de la Dislexia).
En él, narra una experiencia, una entrevista en televisión, que define cuál es su posición: “Me preguntaron sobre el lado positivo de la Dislexia. Como parte de mi respuesta, cité una lista de aproximadamente una docena de disléxicos famosos. La anfitriona del programa entonces comentó: ‘¿No es sorprendente que esas personas pudieran ser genios pese a padecer Dislexia?’. Ella no comprendió. No fueron genios pese a su Dislexia, sino porque la tenían”.
Más adelante sigue diciendo que no es que cada sujeto con este problema sea un genio, sino que es importante que ellos sepan que su mente funciona igual que la de las personas brillantes.
Según él, las características sobresalientes son:
1. Estas personas pueden utilizar las habilidades de su cerebro para crear y modificar percepciones.
2. Se hallan altamente conscientes de su entorno.
3. Son más curiosas que el promedio.
4. Piensan más con imágenes que con palabras.
5. Son altamente intuitivas e introspectivas.
6. Piensan y perciben multidimensionalmente, utilizando todos sus sentidos.
7. Son capaces de experimentar los pensamientos como realidades.
8. Tienen una imaginación muy vívida.
Junto con el libro, el autor tiene a disposición de quienes lo requieran, a través de la Davis Dyslexia Association International, una serie de programas y métodos que, basados en los dones, prometen no solo eliminar de raíz la problemática, sino potenciar las habilidades consecuentes que están en los individuos gracias a la Dislexia.
Para Davis, la Dislexia es el resultado de un talento perceptual. Comienza a edad muy temprana y resulta tan natural como respirar.
Por su parte, otros que sostienen un punto de vista similar explican que el sistema de enseñanza es el que falla, al no poder comprender la forma diferente en que los niños con Dislexia aprenden.
Así, se postula que, como todo el sistema educativo está basado en el entrenamiento del hemisferio izquierdo, con una estructura de incorporación de experiencias de tipo verbal, lineal y secuencial, aquellos en quienes no esté bien determinada la predominancia izquierda, como los disléxicos, necesariamente experimentan problemas de aprendizaje.
Por otro lado, se cuestiona, en algunos casos, que se trate de una verdadera disfunción. Así, basándose en algunas teorías sobre la inteligencia, como la de Howard Gardner (teoría de las inteligencias múltiples, según la cual no hay una sola forma, sino muchas), se sostiene que la Dislexia no es un fallo en el cerebro, sino que se trata de una manera diferente de percibir la vida.
Lo mismo que Davis, explican que, si bien hay problemas, la Dislexia, lejos de ser un impedimento, produce algunos seres con capacidades notables. En apoyo de esta aseveración, citan a algunos disléxicos prominentes, como, por ejemplo, Tomas Edison, Albert Einstein, Leonardo da Vinci, Shakespeare, Picasso, Walt Disney, Winston Churchill, Henry Ford, Agatha Christie, Tom Cruise, Robin Williams y Cher, entre otros muchos.
E incluso van más allá. En efecto, proclaman que el mundo del mañana se dirige hacia un aprendizaje a través de imágenes y, como las personas con Dislexia principalmente aprenden de esta manera, ellas estarían mucho más adaptadas para el futuro, en el que ocuparían un lugar de excelencia.
En lo que concuerdan estas posturas es en renegar de la condición de discapacidad de alguien que la porta y en destacar que la Dislexia, más que un impedimento, se trata de un don.
Conclusiones
Resulta de una obviedad absoluta sostener que todos tenemos capacidades distintas. También, como ya lo expresáramos, que un buen tratamiento de cualquier afección que implique discapacidad producirá mejores resultados si, en lugar de centrarse en las carencias de la persona, las tiene en cuenta, pero se dirige también hacia la potenciación de las habilidades.
La cita de personajes impresiona, aunque en muchos casos no se puede corroborar que la Dislexia formara parte de sus vidas, como en el caso de Shakespeare, por ejemplo, de quien existen pocos datos biográficos realmente documentados, por lo que realizar un diagnóstico de él es, cuando menos, aventurado.
Creamos o no que se trata de personas superdotadas, la comprensión de la problemática siempre ayuda a una mejor inclusión, a mitigar el sufrimiento que la condición de distinto (sobre todo, cuando lo diferente se toma como problemático, sea por actitudes del propio sujeto o por prejuicios) acarrea.
En todo caso, más que en personas superdotadas o discapacitadas, nos resulta mucho más atractiva la idea de pensar en simplemente personas, tan particulares y tan distintas como cualquiera, que requieren de afecto, comprensión y tratamiento, de ser necesario.
Fuentes:
- http://www.elcisne.org/ampliada.php?id=1635
- http://www.aepap.org/familia/dislexia.htm
- http://lat.dyslexia.com/
- http://www.dyslexia-parent.com/mag24s.html
Fuente: El Cisne y HF Noticias
En él, narra una experiencia, una entrevista en televisión, que define cuál es su posición: “Me preguntaron sobre el lado positivo de la Dislexia. Como parte de mi respuesta, cité una lista de aproximadamente una docena de disléxicos famosos. La anfitriona del programa entonces comentó: ‘¿No es sorprendente que esas personas pudieran ser genios pese a padecer Dislexia?’. Ella no comprendió. No fueron genios pese a su Dislexia, sino porque la tenían”.
Más adelante sigue diciendo que no es que cada sujeto con este problema sea un genio, sino que es importante que ellos sepan que su mente funciona igual que la de las personas brillantes.
Según él, las características sobresalientes son:
1. Estas personas pueden utilizar las habilidades de su cerebro para crear y modificar percepciones.
2. Se hallan altamente conscientes de su entorno.
3. Son más curiosas que el promedio.
4. Piensan más con imágenes que con palabras.
5. Son altamente intuitivas e introspectivas.
6. Piensan y perciben multidimensionalmente, utilizando todos sus sentidos.
7. Son capaces de experimentar los pensamientos como realidades.
8. Tienen una imaginación muy vívida.
Junto con el libro, el autor tiene a disposición de quienes lo requieran, a través de la Davis Dyslexia Association International, una serie de programas y métodos que, basados en los dones, prometen no solo eliminar de raíz la problemática, sino potenciar las habilidades consecuentes que están en los individuos gracias a la Dislexia.
Para Davis, la Dislexia es el resultado de un talento perceptual. Comienza a edad muy temprana y resulta tan natural como respirar.
Por su parte, otros que sostienen un punto de vista similar explican que el sistema de enseñanza es el que falla, al no poder comprender la forma diferente en que los niños con Dislexia aprenden.
Así, se postula que, como todo el sistema educativo está basado en el entrenamiento del hemisferio izquierdo, con una estructura de incorporación de experiencias de tipo verbal, lineal y secuencial, aquellos en quienes no esté bien determinada la predominancia izquierda, como los disléxicos, necesariamente experimentan problemas de aprendizaje.
Por otro lado, se cuestiona, en algunos casos, que se trate de una verdadera disfunción. Así, basándose en algunas teorías sobre la inteligencia, como la de Howard Gardner (teoría de las inteligencias múltiples, según la cual no hay una sola forma, sino muchas), se sostiene que la Dislexia no es un fallo en el cerebro, sino que se trata de una manera diferente de percibir la vida.
Lo mismo que Davis, explican que, si bien hay problemas, la Dislexia, lejos de ser un impedimento, produce algunos seres con capacidades notables. En apoyo de esta aseveración, citan a algunos disléxicos prominentes, como, por ejemplo, Tomas Edison, Albert Einstein, Leonardo da Vinci, Shakespeare, Picasso, Walt Disney, Winston Churchill, Henry Ford, Agatha Christie, Tom Cruise, Robin Williams y Cher, entre otros muchos.
E incluso van más allá. En efecto, proclaman que el mundo del mañana se dirige hacia un aprendizaje a través de imágenes y, como las personas con Dislexia principalmente aprenden de esta manera, ellas estarían mucho más adaptadas para el futuro, en el que ocuparían un lugar de excelencia.
En lo que concuerdan estas posturas es en renegar de la condición de discapacidad de alguien que la porta y en destacar que la Dislexia, más que un impedimento, se trata de un don.
Conclusiones
Resulta de una obviedad absoluta sostener que todos tenemos capacidades distintas. También, como ya lo expresáramos, que un buen tratamiento de cualquier afección que implique discapacidad producirá mejores resultados si, en lugar de centrarse en las carencias de la persona, las tiene en cuenta, pero se dirige también hacia la potenciación de las habilidades.
La cita de personajes impresiona, aunque en muchos casos no se puede corroborar que la Dislexia formara parte de sus vidas, como en el caso de Shakespeare, por ejemplo, de quien existen pocos datos biográficos realmente documentados, por lo que realizar un diagnóstico de él es, cuando menos, aventurado.
Creamos o no que se trata de personas superdotadas, la comprensión de la problemática siempre ayuda a una mejor inclusión, a mitigar el sufrimiento que la condición de distinto (sobre todo, cuando lo diferente se toma como problemático, sea por actitudes del propio sujeto o por prejuicios) acarrea.
En todo caso, más que en personas superdotadas o discapacitadas, nos resulta mucho más atractiva la idea de pensar en simplemente personas, tan particulares y tan distintas como cualquiera, que requieren de afecto, comprensión y tratamiento, de ser necesario.
Fuentes:
- http://www.elcisne.org/ampliada.php?id=1635
- http://www.aepap.org/familia/dislexia.htm
- http://lat.dyslexia.com/
- http://www.dyslexia-parent.com/mag24s.html
Fuente: El Cisne y HF Noticias
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