Sospecha que se puede confundir su inmadurez con déficit de atención.
Comparten curso y pupitre, pero entre un niño nacido en enero y otro de diciembre existe casi un año entero de diferencia. Y, según un amplísimo estudio canadiense, esta brecha en el calendario puede tener importantes consecuencias entre los seis y los 12 años: los pequeños de la clase son a menudo sobrediagnosticados como hiperactivos.
La relación entre la época del año en la que se nace y distintas patologías de la mente (desde la esquizofrenia al autismo) ha sido ampliamente abordada por la ciencia; aunque en el caso del trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) no existen evidencias claras.
Ahora, investigadores de la universidad canadiense de British Columbia han utilizado una muestra de casi un millón de niños de seis a 12 años para ver cómo afecta la cuestión. Sus conclusiones son una importante llamada de atención a padres, profesores y especialistas.
Entre 1997 y 2008, los niños nacidos en diciembre tenían un 39% más de posibilidades de ser diagnosticados con TDAH que sus compañeros de enero. Un sobrediagnóstico que se tradujo en un 48% más de uso de fármacos para tratar esta hiperactividad.
"Es un estudio muy importante, con conclusiones totalmente lógicas que alguna vez hemos comentado entre compañeros", señala la doctora Lola Mojarro, presidenta del comité científico de la Asociación Española de Psiquiatría del Niño y el Adolescente (AEPNYA). Aunque añade que este fenómeno es difícil que ocurra en España, "porque aquí se diagnostica menos y mejor, no únicamente en base a cuestionarios". Una idea en la que coincide José Antonio Ramos Quiroga, director del programa de TDAH del Hospital Vall d'Hebron de Barcelona, "la maduración del niño es algo que todo clínico valora y tiene en cuenta".
Evidente a los cinco o seis años
Como explica Mojarro, 12 meses suponen una diferencia enorme a los cinco o seis años; "aunque como bien apunta el trabajo, dicha brecha se va equilibrando cuando el menor se acerca a los 11 o 12 años". A su juicio, sería lógico separar a los niños en los primeros cursos; "por un lado los nacidos de enero a junio y, por otro, los de julio a diciembre".
En el estudio, el sobrediagnóstico de diciembre fue incluso más llamativo cuando se desglosaron por separado los datos de niños y niñas. Para ellas, nacer a final de año supuso un 70% más de probabilidades de ser diagnosticadas con este trastorno que las nacidas en enero. Probablemente porque las niñas con TDAH son menos disruptivas, añade la doctora Anna Sans, jefe de la Unidad de Trastornos del Aprendizaje del Servicio de Neurología del Hospital San Joan de Deu de Barcelona, "y como tienen menos problemas de conducta en clase, el trastorno suele pasar más desapercibido".
Medicación innecesaria
El equipo canadiense, dirigido por Richard Morrow, considera que no existen razones genéticas para explicar este fenómeno y concluye que a menudo la inmadurez de los más pequeños de la clase se confunde erróneamente con hiperactividad (un síndrome que combina impulsividad, falta de concentración, dificultades para estar quietos, impaciencia, desorganización en el estudio...). "Es importante no exponer a los niños a los daños innecesarios que puede suponer un diagnóstico erróneo", alertan.
Y entre esos 'daños colaterales', el uso de fármacos es sólo uno de ellos porque los investigadores advierten también del peligro de 'etiquetar' a un pequeño, tratándole de manera diferente que a sus compañeros y alterando la percepción que puede tener de sí mismo.
Para huir de esos diagnósticos erróneos aconsejan, entre otras cosas, observar al pequeño en otros contextos diferentes de la escuela, en la que su inmadurez respecto a otros niños puede ser más patente. Un adecuado diagnóstico es clave para tratar los problemas de conducta de estos menores y evitar, entre otras cosas, fracaso escolar y secuelas en su edad adulta. "Los casos graves de TDAH se diagnostican fácilmente; pero en los que no son tan acentuados -que son la mayoría- el papel de los profesores es fundamental, porque son los primeros en sospechar que algo no va bien", apunta el doctor Celso Arango, especialista en Psiquiatría Infantil del Hospital Gregorio Marañón de Madrid.
El mito del sobrediagnóstico
El trastorno por déficit de atención (con o sin hiperactividad) afecta a un 5%-10% de los niños en edad escolar (en una proporción de cuatro a uno para los varones). Tienen dificultades para concentrarse, interrumpen constantemente, les cuesta estar quietos y permanecer sentados, se mueven sin parar, se organizan mal en los estudios... Y aunque las causas que dan origen a este trastorno (el más frecuente en la edad escolar) no están del todo claras, cada vez se apunta a un cóctel defactores genéticos y ambientales.
En los últimos años, el número de casos diagnosticados ha crecido significativamente; pese a lo cual, la doctora Anna Sans considera que no existe un sobrediagnóstico como podría pensarse. "Como en todo, puede haber errores, pero siguen siendo más los casos que no se detectan que no al revés", asegura a ELMUNDO.es. De hecho, cita un estudio reciente llevado a cabo en el área metropolitana de Barcelona en el que apenas un 2% de los menores estaba en tratamiento farmacológico para el TDAH; "muy lejos del 5% de casos que se estiman en España". Coincide con ella la doctora Mojarro: "no hay un sobrediagnóstico, porque aquí se trata el tema con más cautela que en EEUU, por ejemplo".
José Antonio Ramos Quiroga, director del programa de TDAH del Hospital Vall d'Hebron de Barcelona incide en la misma línea: "Este infradiagnóstico es algo que puede sorprender a mucha gente, pero podría estar detrás, por ejemplo, de nuestro elevado fracaso escolar". A su juicio, no se puede descartar que este tipo de trastornos no se estén abordando correctamente en España.
Como explica Mojarro, 12 meses suponen una diferencia enorme a los cinco o seis años; "aunque como bien apunta el trabajo, dicha brecha se va equilibrando cuando el menor se acerca a los 11 o 12 años". A su juicio, sería lógico separar a los niños en los primeros cursos; "por un lado los nacidos de enero a junio y, por otro, los de julio a diciembre".
En el estudio, el sobrediagnóstico de diciembre fue incluso más llamativo cuando se desglosaron por separado los datos de niños y niñas. Para ellas, nacer a final de año supuso un 70% más de probabilidades de ser diagnosticadas con este trastorno que las nacidas en enero. Probablemente porque las niñas con TDAH son menos disruptivas, añade la doctora Anna Sans, jefe de la Unidad de Trastornos del Aprendizaje del Servicio de Neurología del Hospital San Joan de Deu de Barcelona, "y como tienen menos problemas de conducta en clase, el trastorno suele pasar más desapercibido".
Medicación innecesaria
El equipo canadiense, dirigido por Richard Morrow, considera que no existen razones genéticas para explicar este fenómeno y concluye que a menudo la inmadurez de los más pequeños de la clase se confunde erróneamente con hiperactividad (un síndrome que combina impulsividad, falta de concentración, dificultades para estar quietos, impaciencia, desorganización en el estudio...). "Es importante no exponer a los niños a los daños innecesarios que puede suponer un diagnóstico erróneo", alertan.
Y entre esos 'daños colaterales', el uso de fármacos es sólo uno de ellos porque los investigadores advierten también del peligro de 'etiquetar' a un pequeño, tratándole de manera diferente que a sus compañeros y alterando la percepción que puede tener de sí mismo.
Para huir de esos diagnósticos erróneos aconsejan, entre otras cosas, observar al pequeño en otros contextos diferentes de la escuela, en la que su inmadurez respecto a otros niños puede ser más patente. Un adecuado diagnóstico es clave para tratar los problemas de conducta de estos menores y evitar, entre otras cosas, fracaso escolar y secuelas en su edad adulta. "Los casos graves de TDAH se diagnostican fácilmente; pero en los que no son tan acentuados -que son la mayoría- el papel de los profesores es fundamental, porque son los primeros en sospechar que algo no va bien", apunta el doctor Celso Arango, especialista en Psiquiatría Infantil del Hospital Gregorio Marañón de Madrid.
El mito del sobrediagnóstico
El trastorno por déficit de atención (con o sin hiperactividad) afecta a un 5%-10% de los niños en edad escolar (en una proporción de cuatro a uno para los varones). Tienen dificultades para concentrarse, interrumpen constantemente, les cuesta estar quietos y permanecer sentados, se mueven sin parar, se organizan mal en los estudios... Y aunque las causas que dan origen a este trastorno (el más frecuente en la edad escolar) no están del todo claras, cada vez se apunta a un cóctel defactores genéticos y ambientales.
En los últimos años, el número de casos diagnosticados ha crecido significativamente; pese a lo cual, la doctora Anna Sans considera que no existe un sobrediagnóstico como podría pensarse. "Como en todo, puede haber errores, pero siguen siendo más los casos que no se detectan que no al revés", asegura a ELMUNDO.es. De hecho, cita un estudio reciente llevado a cabo en el área metropolitana de Barcelona en el que apenas un 2% de los menores estaba en tratamiento farmacológico para el TDAH; "muy lejos del 5% de casos que se estiman en España". Coincide con ella la doctora Mojarro: "no hay un sobrediagnóstico, porque aquí se trata el tema con más cautela que en EEUU, por ejemplo".
José Antonio Ramos Quiroga, director del programa de TDAH del Hospital Vall d'Hebron de Barcelona incide en la misma línea: "Este infradiagnóstico es algo que puede sorprender a mucha gente, pero podría estar detrás, por ejemplo, de nuestro elevado fracaso escolar". A su juicio, no se puede descartar que este tipo de trastornos no se estén abordando correctamente en España.
Fuente: elmundo.es
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