'Tomar conciencia de la muerte es el mejor desestresante del mundo'
Hawking, tras 40 años sin moverse: Quejarse es una pérdida de tiempo'
El psicólogo clínico Rafael Santandreu es el autor de ‘El arte de no amargarse la vida’, un libro que aborda la tendencia natural del hombre actual a convertirse en un desgraciado. Después de años de experiencia como terapeuta ha llegado a la conclusión de que todos los trastornos mentales se engloban en uno solo, lo que él ha bautizado como ‘terribilitis’ o la tendencia a calificar como “terribles” adversidades que no lo son. A su juicio, tampoco ayudan las creencias irracionales que la sociedad toma como dogmas y que en gran medida son las causantes de la debilidad emocional que impide a una persona ser feliz.
Santandreu no es partidario de los libros de autoayuda. Incluso califica de “perversos” ‘bestsellers’ como ‘El Secreto’. De la escuela de la psicología cognitiva, ha sido profesor de la Universidad Ramón Llull y formador en el Colegio de Médicos de Barcelona. También trabajó en Italia en el Centro di Terapia Strategica de Arezzo.
¿Por qué hay tantas personas amargadas sin motivo?
Hay varias razones, pero la fundamental es que ahora hay más oportunidades que nunca, más opciones. Cuando al ser humano se le dan muchas oportunidades activa una trampa mental que consiste en convertir simples deseos en necesidades imperiosas. Por ejemplo, convertimos el deseo legítimo “me gustaría tener pareja e hijos” en “¡necesito tener pareja e hijos porque de lo contrario seré una maldita desgraciada!”.
¿Entonces es mejor no tener oportunidades?
Tener muchas opciones es bueno, pero conviene controlar esa tendencia natural a la ‘necesititis’. En la actualidad, todos tenemos muchas opciones, podemos ir muy rápido, como un Ferrari... pero conviene ponerle frenos y volante. Ese control mental o emocional nos lo proporciona la educación filosófica, psicológica o simplemente educación en valores.
¿Existen personas más propensas que otras a amargarse la vida?
Sí. En algunos casos, pocos, existe cierta propensión genética a la neurosis, pero es una influencia que se puede variar mediante educación psicológica.
¿No cree que hay una saturación de obras de autoayuda en el mercado? ¿Qué tiene su libro [El arte de no amargarse la vida] que no tengan los demás?
A mí no me gustan los libros de autoayuda. El 95% no son más que colecciones de palabras bonitas sin efectividad. ‘El arte de no amargarse la vida’ se basa en la psicología más científica. Existen más de 2.000 estudios publicados en revistas especializadas que avalan su eficacia. Mi psicología se llama ‘terapia cognitiva’ o ‘terapia racional’. Es la racionalidad aplicada al mundo emocional.
¿Por qué dice que el ‘bestseller’ ‘El Secreto’ es un libro perverso?
Porque difunde la idea supersticiosa de que ‘si deseo mucho algo, lo conseguiré’. Eso no es verdad, así de simple. Además, esa creencia produce neurosis. Las anoréxicas o bulímicas son dos ejemplos de desear algo en demasía y conseguir resultados perversos. En esta vida hay que desear con moderación. Si a eso le añades adquirir las habilidades necesarias y trabajo, a veces consigues lo que deseas y a veces no. Esa es la única verdad, y es muy bueno ser consciente de ello para no frustrarse.
Usted es de la escuela de la psicología cognitiva, ¿en qué consiste exactamente?
Consiste en profundizar en eso que ya decía el filósofo Epictecto: “No nos afecta lo que nos sucede, sino lo que nos decimos acerca de lo que nos sucede”. Si aprendes a controlar tu diálogo interno, las cosas te afectan mucho menos. Te liberas de la tiranía de tus propias emociones exageradas. Si necesitas poco, siempre estás satisfecho.
Usted simplifica todos los diagnósticos en uno: la ‘terribilitis’. ¿No es un poco reduccionista?
Sé por mi experiencia de terapeuta que todos los trastornos son ‘terribilitis’: la tendencia a calificar como ‘terribles’ adversidades que no lo son. El ansioso se dice todo el tiempo cosas como: “Si me despiden del trabajo será terrible”. El deprimido: “Me han despedido, ¡qué desgracia!”. La anoréxica: “Si no consigo la delgadez, no valgo nada”. El hiperceloso: “Si me pone los cuernos, ¡no lo podré soportar!”... Es siempre lo mismo, pero con diferentes fijaciones.
¿Qué diferencia a una persona fuerte de una débil emocionalmente? ¿La genética, la infancia, el carácter?
Un poco de todo, pero especialmente su propia fantasía. A medida que crecemos somos nosotros los que hacemos determinada lectura de lo que nos sucede. Esa lectura va componiendo la filosofía interna. Por ejemplo, veo a un indigente y puedo decirme a mí mismo: “Uy, eso es terrible. Yo no podría vivir así”. Esa creencia te la has creado tú solito. Te influye el entorno pero eres tú el dueño de tu mente.
Pone como ejemplo al físico Stephen Hawking y al actor Christopher Reeve, ¿qué es lo que podemos aprender de ellos?
Los dos son unos campeones de la salud mental. Yo analizo su filosofía, lo que se dicen a ellos mismos frente a cada adversidad. Hawking, que lleva 40 años sin poderse mover ni hablar, se dice: “Quejarse es inútil y una pérdida de tiempo. No lo pienso hacer”. Las personas aprendemos mucho por modelaje, es decir, fijándonos en modelos. Por eso, a partir de sus biografías y declaraciones, describo en mi libro su manera de pensar.
En el libro, enumera las 10 creencias irracionales que tomamos como ciertas y que, a su juicio, causan la mayor parte de los problemas emocionales de la sociedad. ¿Quién las 'pone' en nuestro cerebro y cómo podemos librarnos de ellas?
Hay millones de creencias irracionales que nos hacen débiles a nivel emocional, como “necesito a alguien que me ame para ser feliz”. Nos influye la sociedad. Por ejemplo, las canciones de amor son lo más neurótico del mundo. Pero el dueño de tu mente eres tú. ¡Cambia esas ideas! ¡Convéncete con argumentos! El objetivo es llegar a creer: “Me gustaría tener pareja, pero si no lo hago, aún podré ser muy feliz”. Crearte necesidades imperiosas sólo te hace débil, porque si no las satisfaces, te haces desgraciado a ti mismo.
Usted dice que necesitamos muy poco para estar bien, ¿es la sociedad de consumo y del bienestar la que nos hace estar peor?
La sociedad de mercado contribuye un poco a la neurosis colectiva, pero el grueso del problema es la tendencia natural del ser humano a crear necesidades a partir de deseos. Es un fallo de nuestra mente para el que necesitamos educación racional.
Asegura que todo el mundo puede cambiar y que muchos de sus pacientes lo consiguen en pocos meses. ¿En qué consiste exactamente su terapia?
La gran mayoría lo consigue. Mi terapia consiste en hacerles cambiar el chip. En que vean el mundo de otra forma: ¡sin preocuparse! Es algo parecido al proceso que experimenta una persona que sufre un grave accidente pero sobrevive. Muchas veces dicen: “Después de eso, cambié el chip. Me tomo la vida de otra forma”. Se trata de hacer eso con una lluvia de argumentos y con mucho esfuerzo por cambiar creencias personales.
Explica que el dolor emocional se debe a que vivimos en una "fantasía" creada por nuestra cabeza. ¿Quiere decir que nos montamos ‘películas’ para hacernos sufrir?
Exacto. Hay un término italiano que lo explica bien: cuando estamos neuróticos somos ‘ilusos delusos’, ilusos desilusionados. Creamos un mundo perfecto en la cabeza y nos deprimimos si no se hace realidad. Nos tenemos que dar cuenta de que las cosas están bastante bien como están. Podrían mejorar, sí, pero no es necesario: relax.
¿Los españoles se toman la vida más a la tremenda, es decir, somos más dados al drama emocional?
No. Seguimos la pauta de los demás países industrializados. En España hay actualmente la friolera de entre un 25% y un 30% de malestar emocional. Casi una de cada tres personas está mal. Es más o menos igual en todo el primer mundo.
Para disminuir la ansiedad recomienda pensar a menudo en la muerte, ¿eso es terapia de choque, no?
Para nada. El problema es que actualmente vivimos en lo que yo llamo ‘ficción de la inmortalidad’. No nos gusta la muerte y la hemos apartado de la ecuación de la vida. Ya no matamos a nuestros animales, no enterramos a nuestros muertos con nuestras manos, hemos apartado los cementerios de las ciudades. Eso no es normal. Tenemos que aceptar la muerte y convivir con ella. Eso hará que volvamos un poco más a la cordura porque la realidad de la muerte es el mejor desestresante del mundo. Si comprendes que vas a morir muy pronto, ¡a qué viene tanta preocupación por nimiedades!
Fuente: elmundo.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario